Marcelo
controla la hora, ¿Fernando ya se habrá levantado? Mejor lo pesco temprano, antes de que haga otro programa. La voz
que lo atiende no arroja dudas: acaba de despertarlo. Minutos después se
encuentra sumado al proyecto de su amigo: teatro. Se había olvidado de las
aficiones de Fernando. ¿Cuántos miles de años que no va al teatro? A Diana no
le gustaba.
Me comí dos madalenas Mati se hubiera
puesto contenta pero no desayunó con nosotras Agus no se dio cuenta qué raro
pero Ramo sí que me felicitó.
Matilde subió corriendo y ni me
saludó y Agus ni me miró seguro que
están enojadas conmigo suerte que existe Ramona.
Matilde
aprieta el celular entre las manos. No sabe qué contestar. Imposible llamarla a
Rocío: los sábados no existe hasta el mediodía. Inspira profundamente y teclea Nada, ¿por qué? Las manos le sudan.
Agustina
duda. Valentina la está invitando a dormir. Van otras dos chicas. Tiene miedo
de que le pase algo pero se muere por ir.
Además tendría que consultar. Te
llamo en quince contesta. Minutos después golpea la puerta de Matilde.
Pasá dice Matilde.
Agustina entra y se queda parada en el medio del cuarto. Parecés un poste, ¿qué te pasa? le pregunta ella. Hay piyamada en casa de Vale. ¿Me estás pidiendo permiso? contesta de
mal modo. Mati, no seas así dice su
hermana cerrando los ojos. A ella, como siempre, le da culpa. Obvio que podés ir. Es que no sé si quiero.
¿Por qué? Agustina se queda muda mientras las mejillas se le ponen
coloradas. Ah dice ella no seas tonta, no pasa nada, te voy a
comprar unas toallitas nocturnas que son súper. ¿Estás segura? pregunta su
hermana, el rostro más distendido. Obvio
contesta ella aunque recuerda la vez que manchó las sábanas en la casa de
Rocío. Yo me animo a viajar sola dice
entonces Agustina. No te preocupes, yo te
acompaño promete mientras su celular vibra. Mariano. ¿Querés ir al cine? Se ve que su desconcierto es evidente porque
Agustina le pregunta ¿qué pasó? Ella
no tiene tiempo de evaluarlo por eso contesta Mariano me invita al cine. La sonrisa de su hermana se despliega. ¿Te gusta? pregunta. Matilde descubre
que de eso se trata. No sé contesta. Dale, Mati, no te hagas la tonta. Ahora
es ella la que siente calor en las mejillas. Es relindo agrega su hermana yo
que vos ni lo pienso. Matilde sonríe mientras teclea dale. Cualquier cosa vos tenés la culpa. De acuerdo dice Agustina
ofreciéndole la palma. Ella se la
golpea. Las dos ríen.
Una
mañana espléndida. Fresca y soleada. Hace mucho que Marcelo camina. Sin plan
previo. Solo se desliza hacia donde lo conducen sus pasos. Casi ha logrado no
pensar. Casi. Destellos apenas. Entonces silba. O canturrea. O recita. Estoy
triste. Pero siempre estoy triste. No sabe cómo llegó hasta el hipódromo.
Ya es hora de regresar.
Papá se fue y nadie sabe adónde Lorena
me dijo que capaz que no vuelve pero ella siempre dice tonterías.
En
cuanto abre la puerta lo asalta el aroma. Ramona está friendo pescado, casi
podría jurarlo. Qué bueno, hace rato que tenía ganas. Se tira en el sillón del
living. Caminó mucho, está cansado. Sofía baja la escalera a los saltos. ¡Volviste, papá! La nena parece tan
aliviada que él se sorprende. ¡Cómo no
iba a volver! la tranquiliza. ¡Papá!
grita Fede desde los brazos de Agustina, pugnando por bajarse. Él lo agarra y
le hace cosquillas. El nene se ríe. Lorena sale de la cocina. Pregunta Ramona si ya estás listo. Él es
el primero en sentarse. Los chicos se van ubicando. Queda libre solo una silla.
¿Y Matilde? pregunta él. Ni idea contesta Sofía. Hoy ni la vi agrega Lorena. Él se
asusta, no entiende por qué pero se asusta. Tanto que nota que el pulso se le
acelera. Voy a buscarla propone
Agustina levantándose. Ramona deja la bandeja sobre la mesa, junto al lugar de
Matilde. Arriba no está informa
Agustina una infinidad después. ¿Te
fijaste en el baño? pregunta él. Obvio
contesta la chiquilina. ¡Llamenla al
celu! propone Lorena. Claro, cómo no se le ocurrió desde el principio.
Agustina está corriendo a buscar su celular cuando se escucha el ruido de la
puerta de entrada. Instantes después Matilde aparece en el comedor. Él
experimenta un inmenso alivio. Gracias a
Dios piensa.
Matilde
entra al comedor. Cinco pares de ojos clavados sobre ella. ¿Dónde andabas? dice su padre, muy serio. Fui a la farmacia explica ella mientras la mira a Agustina con
complicidad. La próxima vez avisá, nos
preocupamos dice su padre. Ramona entra y retira las fuentes. Las voy a calentar comenta. Ella se va a
lavar las manos y a dejar la bolsita. Cuando regresa, Ramona está depositando
la bandeja. Ella se sienta y sirve. Papá se preocupó por mí piensa. No me gusta el pescado protesta Sofía
cuando recibe su plato. Callate y comé
le ordena ella. Mientras se dedica al filet y al puré mira de reojo a su padre.
Sofía se eterniza desmenuzando la merluza. Un trozo vuela sobre el mantel. ¡Si no vas a comer, levantate! grita su
padre. Se impone un silencio sobrenatural. Hasta Federico suspende en el aire
el camino de su cuchara. Matilde ve el estupor en los ojos de Sofía. A pesar de
que hacía unos instantes compartía el fastidio de su padre, ahora le da
lástima. Está a punto de defenderla cuando observa la expresión en los ojos de
su padre. Calla, entonces.
Tengo hambre porque papá me echó de la
mesa porque me miró.
Marcelo
se queda desconcertado. No debí gritarle
piensa. Pero le gritó. Está harto. Harto de adolescentes prepotentes y nenas
malcriadas. Suerte que arregló con Fernando. Es más: no esperará a la noche.
Precisa irse. Ya. Agarra el café que
le extiende Ramona y va a tomarlo al living. Se desploma sobre el sillón.
Agustina
entra a la cocina y se encuentra a Sofía sentada a la mesa, mojando un pan en
el huevo frito. ¿Qué estás haciendo?
la reta. La culpa es mía intercede
Ramona yo se lo ofrecí. Mamá se hubiera
puesto furiosa es el primer pensamiento de Agustina. No sabe cómo debe
reaccionar, entonces sale. ¿Precisabas
algo? le pregunta Ramona. Cómo decirle que se había sentido sola. Nada, Ramo, gracias contesta sin darse
vuelta.
Matilde
no quiere hablar con su padre pero precisa preguntarle si podrá alcanzar a Agustina.
Lo encuentra en el sillón del living. Recostado. Parece dormido. Ella está por
retroceder cuando él abre los ojos. ¿Me
buscabas? le pregunta. Ella que solo querría huir se encuentra diciendo Agustina tiene una piyamada, ¿vos podrás
llevarla? El padre hace una mueca antes de informar salgo dentro de un rato y no vuelvo a cenar. A Matilde ya no le
importa el traslado de su hermana. Está pensando en Mariano. La puta que lo parió piensa papá me jodió de nuevo.
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