viernes, 10 de marzo de 2017

49

Marcelo, como no sabe qué hacer, decide pasar por lo de Fernando. Deja a Lorena en el auto, baja y toca el portero eléctrico. Su amigo se sorprende. Aún más cuando al abrir la puerta descubre a la nena. ¡Hola, Fer! grita Lorena abrazándose a su cintura. Minutos después, la nena ubicada frente al televisor, Fernando, mientras hace café, comenta es notable lo mimosa que es tu hija. Él se queda pensando. Sí, Lorena es la más cariñosa. A mí no sale piensa. Y después piensa que no tiene por qué parecérsele. Siente la imperiosa necesidad de compartir su angustia con Fernando. Porque está angustiado. Repentina y francamente angustiado. Tengo que hablar con vos dice como manera de comprometerse. ¿Qué pasó? Sorpresa en la cara de su amigo, lo conoce bien, no lo soltará. Ahora no puedo explica él, cabeceando hacia la nena nos vemos en la semana. ¡El lunes mismo! dictamina Fernando que lleva la bandeja al living y le alcanza un vaso de jugo a la nena. ¡Me gusta tanto estar en esta casa!, ¡qué suerte que mi papi me trajo! Bomboncito de hija tenés comenta Fernando. Un anzuelo jala del alma de Marcelo. Y tira y tira hacia abajo.



Agustina prepara la merienda. Solo tres tazas sobre la mesa. ¿Cuánto hace que murió su mamá?, ¿quince días?, no, un poco más. Sacude la cabeza. No quiere pensar en eso. ¿Cómo le estará yendo a Matilde? Se hacía la que no le importaba pero estaba muy nerviosa. Ella la conoce bien. ¿Si le pregunta por WhatsApp? Me mata. Saca la manteca y el dulce de la heladera y las galletitas de la lata. No tiene ganas de hacer tostadas. ¡¡Chicos!! llama y se sienta en su lugar.



Ya se está poniendo oscuro y no vuelven y ya me aburrí de ver la tele y tengo rabia la voy a buscar a Agus capaz que me deja bañarme con Fede.



Matilde y Mariano caminan por Teodoro García. Falta poco para llegar. Ya comentaron la película largamente. Ahora hace rato que guardan silencio. De pronto él se detiene. Ella lo imita. Él la mira con intensidad, apoya las manos en sus hombros y, poco a poco, la va acercando a la pared. Matilde teme que él escuche su corazón. Él aproxima la cara. Ella siente una llamarada que le sube por las piernas. Cierra los ojos. Percibe el aliento de él. Huele a pastillas de menta. Instantes después, labios sobre sus labios. Manos sobre sus mejillas. A ella los pezones le duelen mientras los huesos se le ablandan. Tanto que teme desvanecerse. Por eso se agarra de Mariano. Él la abraza fuerte. Dulcemente fuerte.


¡Sofi!, no seas grandulona reta Agustina a su hermana que le saca a Fede un pato de plástico, cuando escucha pasos en la escalera. Corriendo. Inconfundibles. ¡Mati!, ¿cómo te fue? pregunta. Como no obtiene respuesta se seca las manos. Sofi, cuídalo indica mientras se levanta del borde de la bañera. Encuentra a su hermana tirada boca arriba sobre la cama. Bajo la tenue luz del velador Agustina la observa. Tiene los ojos cerrados, una sonrisa indescriptible. Un desconocido anhelo la obliga a apoyar las manos sobre su propio abdomen. Repite ahora, casi en un susurro ¿cómo te fue? A Matilde le toma varios segundos abrir los párpados. Segundos que ella aprovecha para sentarse sobre la cama. Por fin sus miradas se cruzan. Me besó dice Matilde y tiene la cara tan resplandeciente que ella, venciendo su temor al rechazo, se deja caer sobre su hermana que también la abraza. Agustina, sin saber por qué, llora.


Agus me dejo aquí y Fede no me hace caso y yo me quiero ir con ellas me quiero ir con alguien que me hable a mí.


Matilde sigue tirada sobre la cama, a oscuras. Quisiera poder detener el tiempo. Dejarse estar, flotar, solo un manojo de sensaciones. Lorena irrumpe en su cuarto. ¡Mati!, ¡estuve en casa de Fernando! Y quizá porque ella no acusa recibo la nena agrega ¡yo sola con papi! Matilde se incorpora a medias, enciende la luz. Más de las ocho, habrá que pensar en la cena. ¿Me escuchaste? insiste su hermanita claro a vos qué te importa si saliste con tu novio. A ella le da risa pero se hace la enojada. ¡Dejate de decir pavadas y andá a bañarte! ¡Ufa! protesta Lorena, saliendo. Matilde se despereza. No tiene más remedio que levantarse. Le espera la vida real.



Marcelo entra a la cocina. Encuentra a Agustina frente a la heladera abierta. No sé qué preparardice al ver a su padre. No te preocupes, traje pizzas, no me di cuenta de avisar. ¿Y Matilde? averigua, extrañado del cambio de responsabilidades. La chiquilina revolea los ojos y tuerce la boca. Ya me imagino dice él, sonriendo. ¿Qué te imaginas? irrumpe la nombrada. Él la mira. Está tan linda, el pelo revuelto, las mejillas coloradas, que, involuntariamente, le aprieta un cachete. La chica abre los ojos de par en par. ¿Te divertiste? le pregunta. No estuvo mal la película. ¿Y el resto? pregunta él guiñando un ojo. Mejor me voy, ya que están tan graciosos dice Matilde saliendo. Él la mira a Agustina que se encoge de hombros y luego se agacha para encender el horno.


Agus me dijo que ponga la mesa y papá que le avise a las chicas todos me dan ordenes pero nadie me cuenta nada a veces me parece que soy invisible que no estoy.


¡Ya voy! contesta Matilde al tercer grito de Sofía. No tiene ganas de ver ni a Agustina ni a su padre pero no prueba bocado desde el mediodía. Baja y encuentra a todos sentados. Las bandejas con las pizzas al lado de su lugar. Ya estaba por servir yo dice Agustina y a ella le da rabia. Mucho cuchicheo con el padre en la cocina la mosquita muerta. Las chicas le van tendiendo los platos. Ella regula el tamaño de las porciones. Su padre sonríe al recibir la suya. La irrita, siempre la irrita. Repentinamente recupera el recuerdo de la tarjeta. Pero espanta la idea con un leve parpadeo. Hoy tiene la cabeza para pensar en otra cosa. Involuntariamente sonríe.


Marcelo contempla a Matilde. Come con entusiasmo. Quién tuviera esa edad. Está grande la mocosa. Grande y linda. Se parece a la madre decide, momento en que descubre que hace unas cuantas horas que no piensa en Diana. No estuvo mal su domingo. Una buena idea visitar a Fernando. Quedaron en almorzar mañana. Ya se le fue el impulso de contarle nada. La necesidad. Quizá convenga cancelar el encuentro. Igual pueden hablar de cualquier cosa. Sin que él lo hubiera registrado, Federico salió de su silla y se está colgando de sus pantalones. No molestes a papá lo reta Agustina. Dejalo dice él mientras lo sienta en su falda. El nene agarra lo que quedó de su porción y se lo mete en la boca. ¡Fede! grita Matilde. Él lo deja hacer mientras se plantea, por primera vez, cuánta conciencia tendrá el nene de la ausencia de su madre. ¿Seguirá esperándola? Lo escucha reír. ¿Soy yo el único que la necesita?


Sofi ni me habla capaz que está enojada conmigo porque no la desperté para salir mejor voy a su cuarto y le regalo la birome que me dio Fernando todavía no tengo nada de sueño porque nunca me quiero dormir y además me regaló dos.


Marcelo apaga la luz. No puede evitar extender el brazo hacia la derecha. No ocurrió ningún milagro. Diana no regresó. ¿Si lo hiciera podría perdonarla? Aprieta tan fuerte los puños que le quedan las uñas marcadas.


Matilde no puede dormirse. Vueltas y vueltas en la cama. Vibra el celular. Lo busca, agitada. Buenas noches escribió Mariano. Buenas noches contesta ella. Está tan contenta que tiene que compartirlo.


Agustina está desvelada. No entiende qué le pasa. Distingue un contorno en el marco de la puerta. ¿Dormís? le pregunta Matilde. Sí, estoy dormida pero hablo. Su hermana entra. Mariano me escribió informa. ¿Qué? Buenas noches. ¿Y por esa boludez me despertás? se burla al tiempo que le tira la almohada por la cabeza. Minutos después juegan a la lucha sobre la alfombra.



No hay comentarios:

Publicar un comentario