viernes, 27 de enero de 2017

31

Matilde escucha el auto. Su estómago zozobra. Minutos después, pasos en la escalera. Seguramente viene a avisarme piensa. Pero los pasos avanzan frente a su puerta sin detenerse. No le voy a preguntar nada se jura.


Agustina está fastidiada. ¡Fede!, ¡basta de tirar la comida al piso! El nene le sonríe y le tira un beso con la mano. Lorena se ríe. ¡Estoy enojada, Federico! Es un malcriado aporta Matilde y la culpa es tuya. acota Sofía mamá lo tenía cortito. Ya que todas saben cómo tratarlo se los regalo dice ella levantándose bruscamente. ¡¡Agustina!! exclama su padre. Ella lo desoye y sube. Está harta. ¿Por qué me metiste en este lío, mamá? Con la fuerza que le da la furia traslada la cuna de su cuarto al del nene. Que se ocupe Matilde, que tanto critica. Se lava los dientes, se pone el camisón y dando un portazo se recluye en su cuarto.


No me gusta que Agus grite mamá sí que siempre gritaba pero mamá no está más pobrecita mi mamá.


Papá me mira y me mira capaz porque casi no como que todavía me duele la panza eso que Ramo me hizo arroz.


Agustina está histérica piensa Matilde. Lo único que le falta es tener que acostarlo a Federico. Suerte que Rocío le dijo que sí. Al menos mañana zafará.


¿Y Agustina? pregunta Ramona cuando trae el queso y dulce. Marcelo no sabe qué contestar. Se enojó informa Matilde rompiendo el silencio provocado por la intempestiva partida y me encajó a Fede. No te preocupes dice la mujer yo me ocupo. Todos comen el postre callados. Ramona recoge los platos, regresa, deja un café frente a él y alza al nene. Las nenas suben tras ella. Quedan en la mesa Matilde y él, a quien urge levantarse pero no puede porque  el café está hirviendo, imposible apurarlo de un trago. Matilde le clava la mirada pero él no se da por aludido. Todavía no resolvió que decirle. ¿Cómo dio el análisis? pregunta la chica, al fin. La mente de Marcelo trabajando a mil por hora. El resultado estará recién mañana. Él es el que todavía no está en condiciones. Precisa una tregua. Podrías haberme avisado dice Matilde mientras se levanta. Su servilleta cae al piso.


Agustina llora sobre la cama. Que Matilde se arregle. Pero pronto escucha la voz de Ramona. Ni siquiera para Federico es imprescindible.


Marcelo se encuentra solo en esa mesa hace minutos exultante de vida. Le mentí a mi hija piensa. Y él que está acostumbrado por su profesión a mentirle al fisco se pregunta cuántas veces mintió a sus afectos.  Solía recurrir a compromisos inexistentes cuando su madre insistía para verlo por tercera vez en una semana. También a Fernando. Mentiras livianas, intrascendentes. ¿A Diana le mentí? Se queda pensando unos segundos. No recuerda ninguna. Es que ella se hubiera dado cuenta. Esboza una sonrisa involuntaria. Tenía un nivel de percepción más allá de lo normal. Al menos con respecto a él. Bruja, mi bruja. La sonrisa se le deshace. Diana me engañó precisa decirse. ¿Cuándo?, ¿cómo?, ¿con quién? Jamás sospechó nada. Ella parecía vivir para él. No para los chicos, para mí. Entonces, ¿por qué? Ramona aparece en el comedor. ¿Le sirvo otro café? propone. Él está por aceptar cuando recapacita. Es imprescindible que duerma. Rechaza el ofrecimiento y se dirige al bar. Mejor un whisky.


Matilde da vueltas en la cama. Está furiosa. ¿Qué pensará su papá?, ¿que ella no tiene sentimientos? Si mamá lo engañó, se lo merece.

Me siento muy mal me parece que voy a gomitar.

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