lunes, 9 de enero de 2017

23

11 Sábado

Marcelo empuja con suavidad la puerta entornada. ¡Ya estoy lista! informa Lorena parada al lado de la cama. ¿Qué hacés así?, te vas a cansar. No quería que se me arrugara el vestido, mami siempre nos paraba cuando nos vestía para los cumples. Marcelo sonríe. Sí, parece lista para una fiesta. El vestido a media pierna, zapatos blancos, vincha con flores. Va a decirle ponete un pantalón que hace frío cuando el entusiasmo reflejado en la carita, como por arte de magia, troca una a una sus palabras. ¡Pero qué señorita más preciosa!, ¿me permite que la lleve del brazo? La sonrisa de la nena es indescriptible. Él siente un nudo en la garganta. Me estoy reblandeciendo determina mientras  se aproxima al brazo en jarras de su hija.


Matilde apoya la oreja en la puerta. Su papá ni le avisó. Parece que ya no me precisa masculla mientras regresa a la cama.


Ramona deja la cafetera sobre la mesa. ¿Qué hacés con esa ropa? dice con los ojos abiertos de par en par. Me voy a sacar sangre contesta la nena. ¿Y para eso te pusiste tu mejor vestido? La nena lo mira desconcertada. Marcelo le guiña un ojo y le explica a la mujer es que después tendremos una salida muy especial. ¡Me voy a tomar submarino con churros con mi papi! Ramona sonríe. Me parece que nadie comerá mis tostadas. ¡Guardámelas para cuando vuelva! Marcelo se acuerda de pronto. Ramona, esta noche viene a cenar el señor Fernando, ¿me podría dejar algo preparado? Sí, claro, ¿qué le gustaría? Lo dejo a su criterio dice él. Se dirige, entonces, al garaje. La nena lo sigue. No podés salir así la detiene la mujer esperá que te voy a buscar el tapadito blanco.


Matilde se cruza a Agustina en el pasillo. Bajan la escalera empujándose, entre risas. ¡Se van a caer! grita Ramona desde la cocina. Sofía ya está allí, revolviendo interminablemente su taza. Fede, en el piso, juega con los autitos. ¡Hola, Agus! dice mientras le tira los brazos a su hermana. La chica lo alza y se sienta. Seguí malcriándolo vos la reta ella, repentinamente irritada. ¿Y Lorena? pregunta Agustina. Ella se tensiona. Se fue a sacar sangre con tu papá contesta Ramona. ¡¿Qué?! exclaman al unísono sus hermanas. El Doc dijo informa para demostrarles que ella sí está al tanto. ¡Qué raro! comenta Ramona ¿es por lo del peso? También aclara ella haciéndose la interesante. Entonces vos sos la próxima le dice Agustina a Sofía. ¡¿De veras?! le pregunta la nena. Matilde sonríe y le tira del pelo. ¡Como no te termines de una vez esa leche! ¡Está fría! protesta Sofía. Ramona recoge la taza y la pone en el microondas. Acá son varias las malcriadoras dice ella, el buen humor recuperado ante la panera llena de tostadas calentitas que Ramona pone en el centro de la mesa.


Marcelo observa a su hija por el espejo retrovisor. Qué pensarán los que ven a una chiquilina arregladita como pa ir de boda como diría Serrat un sábado a las nueve de la mañana. La nena mira por la ventanilla, en absoluto silencio. ¿En qué estará pensando?, ¿en los churros?  Él sí que no quiere pensar. Por suerte ayer durmió bien, luego de ver una película en la televisión. Cuento chino. Se rió un rato. A Diana no le gustaban las argentinas. Ni siquiera las de Darín. Me las perdí todas. Ya están cerca. Habrá que descubrir un hueco donde estacionar. Por suerte es sábado.


A medida que se acercan el paso de la nena, que comenzó salticando, se ralenta. Cuando llegan al laboratorio se empaca. No quiero ir dice cruzando los brazos. ¿Por qué? pregunta él, sabiéndose estúpido. Tengo miedo. Ojalá estuviera Matilde, no sabe qué decirle. Todos los que pasan se dan vuelta para mirarlos. Ya sé que no es divertido, princesa, lo lamento mucho, pero hay que hacerlo dice al fin extendiendo la mano. Lorena se toma de ella, suspira pero avanza. Afortunadamente los atienden enseguida. Una señorita con ambo celeste se les acerca. Me parece que vos sos Lorena dice. La nena asiente con la cabeza sin mirarla. Yo me llamo Gloria y voy a sacarte sangre informa, acuclillándose. La nena la mira. Solo te dolerá un poquito, trataré de hacerte el menor daño posible, ¿me acompañás? Lorena se incorpora. ¿Mi papá puede venir? ¡Por supuesto! Entran los tres a un pequeño cuarto con dibujos infantiles pegados a la pared. Si no me hacés doler después te hago uno promete la nena. Siéntese por favor le indica la mujer señalándole la silla de extracción.  Va a aclararle que el paciente no es él cuando comprende. Se ubica y la mujer invita a la nena a sentarse en sus rodillas. Ahora te voy a colocar una bandita ajustable alrededor del brazo. Lorena se deja hacer. Te voy a limpiar con alcohol y vas a sentir frío; ahora te voy a poner la aguja en el brazo, vas a sentir como una picadura de mosquito, si preferís cerrá los ojos. Marcelo percibe la sacudida de la nena y escucha un pequeño grito. Él también cierra los ojos. Es absurdo: juraría que la mujer se equivocó y es a él a quien está pinchando. Listo anuncia la extraccionista. ¡¿Ya está?! pregunta Lorena. La mujer le pone una curita. En un rato te la podés sacar. Los dos se levantan. ¿Querés un caramelo? ofrece la mujer. La nena niega con la cabeza. No puedo explica voy a desayunar con mi papá. Ya está en la puerta cuando gira. ¿Dónde están los marcadores?


Matilde mira su reloj. ¿Ya la habrán pinchado? A ella solo le sacaron una vez, cuando entró al secundario. Me acompañó mamá recuerda. Después fueron a desayunar. Sonríe a solas. Cuando mamá estaba de buenas era… Se le escapa la palabra. Irresistible encuentra al fin. Imposible permanecer enojada con ella. Me compraba y me vendía piensa con rabia.


Sentados en El Vesuvio, Marcelo observa a su hija. Comprueba que, a pesar de que es regordeta, tiene manos delicadas, dedos largos y finos. Como ella. Igual no está en duda que es hija de Diana. ¿Puedo pedir otro churro? pregunta Lorena. No, hija, comiste tres, ya es suficiente. Okey dice la nena mientras se limpia la boca con una servilleta de papel es que estaban riquísimos, muchas gracias, papi. Luego cruza los bracitos y se queda mirándolo. Él no sabe qué decir. Por eso propone ¿vamos?


A papá sí que le importa que esté gorda a mamá lo único que le importaba es que Sofía fuera flaca por eso siempre nos daba golosinas a Matilde también le importa no le voy a contar que me comí tres pero sí le voy a contar que vinimos ella no es la única que sale sola con papá ojalá que el Doc me haga sacar sangre todos los sábados.



Papá salió con Lorena qué me importa total me prometió que después me lleva a lo de Romi.

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