En cuanto
escucha el auto, Matilde baja. Lorena entra corriendo. ¡No me dolió! le anuncia. Al
menos ella supone que yo estoy enterada piensa. El padre le da un beso en
la frente. ¿Cómo les fue? pregunta
ella. Mejor de lo pensado, casi no se
mosqueó. Matilde fija los ojos en su padre. No se la va a hacer fácil. Ella
merece explicaciones. Segundos después él informa el resultado estará el lunes a partir del mediodía. Yo puedo
retirarlo ofrece ella. Si
querés te paso a buscar por el colegio y almorzamos juntos propone su
padre. Ella, contra su voluntad, sonríe.
Marcelo está
arrepentido. No debería haberla involucrado a Matilde. Pero en la milésima de
un segundo evaluó qué sería peor: ¿recibir solo la noticia y tener luego que
comunicársela o afrontarlo con ella? Le pesa la sola idea de abrir el sobre.
Pero también le pesa saber que, más allá de violar las indicaciones de Bianchi,
deberá sobrellevar un almuerzo a solas con su hija.
Agustina observa
a Lorena. Volvió contentísima. ¿Cómo la dejaron salir disfrazada?, se habrán
burlado de ella parece un globo. No sabe
por qué Bianchi le hizo sacar sangre. Aquí hay algo que no le cierra. Matilde
ya sabía y a ella, por supuesto, la dejaron de lado. Yo soy grande solo cuando les conviene.
Papá, está la comida anuncia Sofía.
Marcelo está a punto de decirle que no va a almorzar. Cero apetito. Pero luego
recuerda que ya perdió la posibilidad de guiarse por las propias necesidades.
Apaga la computadora suspirando y va a lavarse las manos.
Agustina observa
a su familia. A lo que queda de mi
familia piensa. Lorena, ante su milanesa casi sin tocar, cuenta con detalle
cómo le sacaron sangre. Estaba a upa de
papi explica dándose aires. Matilde
hace referencia a un supuesto almuerzo acordado para el lunes. ¿Qué hubiera
opinado de todo esto su mamá? No le hubiese gustado para nada. Yo era la única que la conocía. Sofía,
ahora, le recuerda a su padre que debe llevarla a lo de la amiga. Parece que yo no existiera piensa. Hecha
un impulso se levanta de la mesa. ¡Agus!
grita Fede. Él es el único que la registra. Ella obvia los reclamos y sube
corriendo las escaleras.
Me puse el jean nuevo informa Sofía ¿te gusta? Estás muy elegante contesta Marcelo, sonriendo. Al menos obvió las puntillas piensa
aliviado. Lo compré con mami aclara
la nena y la sonrisa de él se esfuma como por arte de magia. Diana. Le sobreviene un agotamiento
infinito. No quiere llevar a la nena. No quiere verlo a Fernando. No quiere
almorzar con Matilde. Prefiere no pensar en el sobre de los resultados. Diana. Se incorpora y busca las llaves
del auto.
Yo no quería este pantalón mamá como siempre eligió
ella pero se ve que ella sabía lo que le gusta a papá porque me dijo que estoy
muy elegante papá maneja muy bien todo lo hace bien tengo muchas ganas de jugar
con Romi pero ojalá que no lleguemos nunca.
¿Por qué hicieron tantos cosas los griegos? piensa Agustina
enfrascada en el resumen de historia. Matilde entra en su cuarto sin golpear. A
ella le da rabia. Está por protestar cuando su hermana propone ¿querés que llevemos a Lorena y a Fede a la
plaza?, Ramona ya se fue y el nene está rehincha. Dale dice ella cerrando
el libro. Llevo el elástico informa
Matilde mientras sale. ¿Cuántos miles de años que su hermana no quiere saltar
con ella? Agustina busca la campera y baja la escalera canturreando. A lo mejor
Matilde le cuenta algo. La encuentra en el hall, metiendo a Fede en el
cochecito. El nene le muestra una pala roja.
¡Agus, mirá! Lorena viene corriendo de atrás y se abraza a su cintura. Abrochate la campera ordena ella. ¡Tengo calor! protesta su hermanita. ¡Vos siempre tenés calor! Está por
agregar porque sos gorda cuando se
detiene a tiempo. Segundos después la nena regresa con la campera a medio
poner. Ella la ayuda a subirse el cierre. Matilde y el nene ya están afuera.
Hay sol. Hace frío pero está soleado.
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