13 Lunes
Agustina está
desayunando cuando aparece Matilde y anuncia Ramo, hoy no vengo a almorzar. ¿Por
qué? pregunta la mujer lo que ella no se anima. Tengo que hacer unos trámites con mi papá. Agustina quisiera seguir
preguntando pero sabe que no debe. Su padre entra a la cocina. ¿Le sirvo el café? ofrece Ramona. Él
controla la hora. No, gracias, ya es
tarde, apúrense chicas, las espero en el auto. Ella termina el café con
leche de un trago, agarra otra tostada y se levanta. Voy con vos, papá, esperame dice. Sin embargo él no ralenta el
paso. Desde la puerta del garaje lo ve subirse al coche. A lo mejor no me escuchó.
Papá no vino a despertarme y Matilde pasó por mi
cuarto y ni me saludó seguro que están enojados algo hice pero no sé qué.
Marcelo enciende
el motor del auto. Hace frío. Está arrepentido de haberle pedido a Matilde que
lo acompañara. Fue una estupidez. Todavía está a tiempo. Le va a decir que le
surgió un compromiso, que él irá más tarde.
Le va a avisar por el celular, no quiere verle la cara. Porque él no
precisa testigos. Es asunto suyo. Ni siquiera tiene la obligación de
informarla. Además, seguro que hubo un error. ¿Cómo dudar de Diana?
Papá no vino a despertarme a lo mejor porque Lorena
ya no se pasa a mi cama seguro que a ella sí que la despertó.
Su padre maneja
en silencio. Nunca habla cuando maneja
piensa Matilde. En realidad, casi nunca habla con ellas. No parece nervioso. Lo
más probable es que se hubieran equivocado en el sanatorio, nacen demasiados
bebés. ¿Adónde la llevará a
almorzar?, ¿irán antes o después? Mejor
después, así ya estamos tranquis. Ojalá que Agustina no le pregunte
nada. No me gusta mentirle. Tiene biología en la primera hora. Por suerte
cambiaron de tema. Ya estoy harta de
Mendel.
Lleva horas
pensando sin decidirse y el balance de la inmobiliaria, en consecuencia, no
prospera. Toma el celular. Surgió un
inconveniente, iré yo a buscar el resultado cuando termine. Pone enviar. Ya
está más tranquilo.
Matilde lee el
mensaje. Como si le hubieran pegado en la nuca. Cierra los ojos. La
insoportable sensación de no ser. No
existo para mi papá. Un pesar infinito que, sin embargo, convive con la
bronca. Un tirón en la manga. Matu,
¿estás bien? le pregunta su
compañera de banco. Para los demás sí que
existo estipula ella.
Agustina camina
hacia la parada del colectivo cuando siente un tirón en la mochila. La agarra
con todas sus fuerzas con el corazón a mil. Gira. Es Matilde. ¿Qué hacés acá? le pregunta sorprendida.
Se canceló el trámite explica a gatas
su hermana. Ella experimenta un súbito ascenso de su decaído humor. Se reacomoda
la mochila. Corré indica Matilde ahí viene el bondi.
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