Marcelo se
encuentra a las tres y media de la tarde en la vereda con sus cinco hijos. Más
por sí mismo que por ellos propone ¿vamos
al cine? Gritos, saltos. Quiero ver
Minion, me contó Romi que es redivertida dice Sofía. Consenso general.
Excitados, empujándose se meten en el auto.
Agustina está
angustiada. No quiere ir al cine. Yo sí
que me acuerdo de vos, mamá.
Bajo la luz de
la pantalla Marcelo recorre, a derecha e izquierda, la fila con la vista. Los perfiles
de sus hijos se delinean a diferente altura. Cuando llega al de Matilde, ella
gira la cabeza y las miradas se cruzan por unos instantes. Esta chica tiene el radar siempre encendido evalúa. Sí, nunca se relaja.
Papá nos llevó al cine porque yo dije le voy contar
a Romi.
En cuanto
llegan, Marcelo se recluye en su cuarto. La imperiosa necesidad de estar solo. Sobredosis
de niños evalúa. Buscando sus pantuflas abre ¿por error? la parte
del placar que corresponde a Diana. El perfume lo obliga a cerrar los ojos. Le diré a Ramona que se ocupe de vaciarlo.
Va a cerrarlo cuando, sin poder evitarlo, entierra la cabeza entre blusas y
vestidos. Inspira con fruición.
¿Por qué le sacaron sangre a Lorena? pregunta
Agustina. El corazón de Matilde se agita. Bianchi
dijo contesta segundos después de lo que correspondía. Sí, ¿pero por qué? ¡Yo que sé! ¡Sí que sabés, te conozco bien! Si te
interesa tanto preguntale a papá. Agustina se queda mirándola, parece
triste. ¡Ahora andate, estaba estudiando! le ordena ella. Cuando su hermana, cabizbaja, cierra la
puerta, Matilde se tira sobre la cama. Agus
siempre se las arregla para hacerme sentir culpable piensa.
Me parece que las chicas se están peleando por mí algo
raro está pasando capaz que ya se dieron cuenta.
Matilde golpea
la puerta de su padre. ¿Qué? contesta
él sin abrir. ¿Te parece que prepare unos
sándwiches?, hoy comimos mucho. Lo
dejo a tu criterio es la respuesta. A ella le da rabia. Demasiadas cosas a
su criterio.
Agustina sabe
que su mamá se hubiera enojado. Nunca
quería que comieran sándwiches. Ni cuando Matilde estaba cansada y no tenía
ganas de cocinar.
Las dos
chiquilinas van armando los sándwiches bajo pedido. Vos preparate el tuyo le ordena Matilde. Marcelo obedece. Minutos
después: ¿te podés encargar de servir la
bebida? Me fastidia el tono de esta chica piensa, sin embargo sigue
acatando. Está agotado pero no quiere que esa cena termine nunca. No quiere
enfrentar la cama vacía. No quiere enfrentar el sobre que mañana le tocará
abrir.
Matilde da
infinitas vueltas en la cama. Mañana
estarán los resultados piensa. Aprieta
fuerte los párpados.
A las dos de la
mañana Marcelo se da por vencido y enciende la luz. Probará con el Tetris.
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