viernes, 20 de enero de 2017

28

Marcelo se encuentra a las tres y media de la tarde en la vereda con sus cinco hijos. Más por sí mismo que por ellos propone ¿vamos al cine? Gritos, saltos. Quiero ver Minion, me contó Romi que es redivertida dice Sofía. Consenso general. Excitados, empujándose se meten en el auto.


Agustina está angustiada. No quiere ir al cine. Yo sí que me acuerdo de vos, mamá.


Bajo la luz de la pantalla Marcelo recorre, a derecha e izquierda, la fila con la vista. Los perfiles de sus hijos se delinean a diferente altura. Cuando llega al de Matilde, ella gira la cabeza y las miradas se cruzan por unos instantes. Esta chica tiene el radar siempre encendido evalúa. Sí, nunca se relaja.


Papá nos llevó al cine porque yo dije le voy contar a Romi.


En cuanto llegan, Marcelo se recluye en su cuarto. La imperiosa necesidad de estar solo. Sobredosis  de niños evalúa. Buscando sus pantuflas abre ¿por error? la parte del placar que corresponde a Diana. El perfume lo obliga a cerrar los ojos. Le diré a Ramona que se ocupe de vaciarlo. Va a cerrarlo cuando, sin poder evitarlo, entierra la cabeza entre blusas y vestidos. Inspira con fruición.


¿Por qué le sacaron sangre a Lorena? pregunta Agustina. El corazón de Matilde se agita. Bianchi dijo contesta segundos después de lo que correspondía. Sí, ¿pero por qué? ¡Yo que sé! ¡Sí que sabés, te conozco bien! Si te interesa tanto preguntale a papá. Agustina se queda mirándola, parece triste.  ¡Ahora andate, estaba estudiando! le ordena ella. Cuando su hermana, cabizbaja, cierra la puerta, Matilde se tira sobre la cama. Agus siempre se las arregla para hacerme sentir culpable piensa.


Me parece que las chicas se están peleando por mí algo raro está pasando capaz que ya se dieron cuenta.


Matilde golpea la puerta de su padre. ¿Qué? contesta él sin abrir. ¿Te parece que prepare unos sándwiches?, hoy comimos mucho. Lo dejo a tu criterio es la respuesta. A ella le da rabia. Demasiadas cosas a su criterio.


Agustina sabe que su mamá se hubiera enojado.  Nunca quería que comieran sándwiches. Ni cuando Matilde estaba cansada y no tenía ganas de cocinar.


Las dos chiquilinas van armando los sándwiches bajo pedido. Vos preparate el tuyo le ordena Matilde. Marcelo obedece. Minutos después: ¿te podés encargar de servir la bebida? Me fastidia el tono de esta chica piensa, sin embargo sigue acatando. Está agotado pero no quiere que esa cena termine nunca. No quiere enfrentar la cama vacía. No quiere enfrentar el sobre que mañana le tocará abrir.


Matilde da infinitas vueltas en la cama. Mañana estarán los resultados piensa. Aprieta fuerte los párpados.

A las dos de la mañana Marcelo se da por vencido y enciende la luz. Probará con el Tetris.



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