miércoles, 18 de enero de 2017

27

Agustina intenta concentrarse en la Paz de Nicias pero no lo consigue. Federico grita a sus pies mientras juega con sus camiones. Ya no lo aguanta. Se lo lleva a Matilde que despotrica pero lo agarra. Vuelve a su cuarto, cierra la puerta  y sigue leyendo. Inútilmente. Tengo la cabeza llena de mamá piensa. Pero luego se corrige mamá siempre me llenó la cabeza. Tiene rabia. Y le da culpa tener rabia.


Marcelo entra a la cocina pero no encuentra a nadie, tampoco la nota. Mientras sube grita ¿aquí no hay nadie que quiera desayunar?, voy a tener que comerme todas las medialunas. Como por arte de magia las puertas se van abriendo. ¡Yo!, ¡yo también!, ¡papi, esperame! Un rato después la cocina es un jolgorio. Parecen pajaritos piensa. Y también piensa que no comprende por qué Diana prefería El Torreón.


Me comí tres medialunas que me trajo papá qué raro nunca en mi vida me comí tres medialunas que ni sabía que me entraban.


Agustina piensa que su mamá siempre le contaba que las medialunas de El Torreón eran riquísimas. Pero nunca nos trajo.


Me llené con una medialuna qué raro.


Mientras mastica las medialunas la rabia de Matilde se va diluyendo. Su papá le dijo que estaba muy rico el café.


Marcelo está mirando un partido en la televisión del living. Este Messi es increíble, acaba de meter el segundo gol. Cuando no juega para nosotros piensa. Lo sobresalta el papá de Matilde. La mira. Tiene un paquete de fideos en cada mano. ¿Cuál preferís? Él mira instintivamente la hora. Ya la una y media. ¿Te vas a poner a cocinar a esta hora? Desayunamos tarde replica ella. ¿Tenés ganas? Matilde se encoge de hombros. No me queda otra contesta. Él baja el volumen mientras valora la situación. ¿Qué te parece si almorzamos afuera? Nunca comemos afuera dice su hija arqueando las cejas. Él se incorpora. Siempre hay una primera vez.




Me voy a poner de nuevo el jean porque papá nos va a llevar a almorzar tengo la panza llena de medialunas pero igual voy a comer algo.


Agustina está luchando con Federico que no se queda quieto. Cuándo dejará los pañales. Le va a decir a Ramona a ver si lo empiezan a entrenar. Sus hermanas están contentísimas. Pero a ella le parece mal que vayan a comer afuera. Su mamá se murió hace solo diez días. Ni que fuéramos a festejar.

Marcelo se arrepiente de su osadía. Cinco pedidos simultáneos, casi a los gritos. No están acostumbrados piensa. El mozo lo mira desconcertado. ¡Se acabó! dice al fin ¡milanesas con papas fritas para todo el mundo!  Cinco pares de ojos sorprendidos sobre él. Les grité registra preocupado. Es la primera vez desde que se murió la madre que les grita. ¿Muchas veces les grité antes? Casi no formaban parte de mi vida reconoce. El susto les dura poco y enseguida parlotean animadamente. ¡Miá, pa! lo convoca Federico. Tiene un grisín adentro de cada agujerito de la nariz. Parecés un dragón se ríe Lorena. Comé dice Matilde mientras le alcanza pan con manteca a Sofía. Agustina ata una servilleta alrededor del cuello de su hermano. Ahora son mi vida.



Nunca probé una milanesa más rica será por eso que me entra toda.

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