Durante toda la
cena Marcelo percibe los ojos de Matilde sobre él. Un perpetuo recordatorio de mis deberes. Quizá para obviarlos se
dirige a sus otras hijas. Agustina, sonriendo, cuenta que sacó un diez en
historia. Agustina siempre sonríe. Sonrisa
dulce pero acotada. Controlada. Sofía comenta que una amiguita la invitó a su
casa mañana. Mañana es sábado señala
Agustina. ¿Y eso que tiene que ver?
pregunta Sofía. Él también se pregunta qué tiene que ver. Agustina eleva los
hombros pero calla. ¿Puedo, papá?
insiste la nena. Él, instintivamente mira a Matilde, que desvía la mirada. Claro accede. ¡¡Bien!!
Me imagino que la llevarás vos lo provoca su primogénita. Claro repite él fastidiado mientras
prescribe esta chica precisa un parate. Avanza. Avanza sobre mí. Federico se retuerce en la silla alta. Todavía no terminamos le explica
Agustina. Bajalo indica Matilde. Bajalo repite él. Agustina mira a uno y
a otro le saca el babero al nene, le da un beso y lo baja. Instantes después
Marcelo siente que le agarran el brazo. Upa,
papá. Él lo alza.
Papá hoy le habla a todas menos a mí.
Qué raro que papá me deje ir a lo de Romi mamá no
quería que hiciéramos programa los sábados.
Matilde está por
entrar a su cuarto cuando descubre al padre en el pasillo. Sabe que no debe
pero dice el laboratorio también está
abierto los sábados. Enojada consigo misma da un portazo y se tira sobre la
cama.
Marcelo estaba yendo al cuarto de Lorena
cuando Matilde lo intercepta. No toleraré
que me baje línea. Invierte el
sentido de sus pasos, sino ella creerá que le está haciendo caso. ¿Tiene ganas de ducharse? No. A través de la puerta cerrada de
Agustina la escucha cantar. Arroró, mi niño. ¿Me habrá dormido en brazos
alguna vez mi mamá? Siempre tan rígida, tan estricta. Seguramente fue ella
la que le inculcó el sentido del deber. Retorna al cuarto de Lorena y golpea la
puerta. Como no le contestan, abre. La nena, otra vez, solo es un par de ojos
debajo del acolchado. ¡Ah, papi, sos vos!
dice descubriéndose. ¿Y quién pensabas
que era? Un espíritu. No te preocupes
dice él mientras se sienta sobre la cama soy de carne y hueso. ¿Te puedo tocar? pregunta la nena. Por supuesto accede. Las manitos de
Lorena avanzan sobre su brazo. Sí dice
sonriendo sos de veras. A ella
también se le hacen hoyitos, nunca había reparado. Uno, dos y… Tengo que decirte algo, hijita consigue
arrancar. La nena hace una mueca. ¿Bueno
o malo? pregunta. Malo y bueno. La
nena se endereza, se sienta como indio. Una muñeca cae al suelo. Él la recoge. ¡¿Qué?! Marcelo inspira hondo. Mañana tendrán que sacarte sangre. ¡No
quiero! A nadie le gusta que le saquen sangre pero a veces es necesario. ¿Y por
qué es necesario que me saquen sangre justo a mí? Él traga saliva, qué
decirle. Bianchi lo considera necesario.
¿Y por qué? No sé exactamente contesta él y se avergüenza de estar
mintiéndole a una criatura. Es solo un
segundo, casi no duele agrega. Sí, yo
ya vi en la tele, ¿a vos te sacaron alguna vez? ¡Muchísimas! ¿Y vos me vas a
acompañar? ¡Claro! La nena se encoge
de hombros y se desliza hasta acostarse nuevamente. Ahora contame lo bueno. Después vamos a ir a desayunar juntos adonde
vos quieras. ¿Solos? ¡Solos! ¿Y puedo pedir submarino? ¡Por supuesto! ¿Y
churros? Él cabecea. Eso es más complicado, no hay en todos
lados. ¿Y no podemos buscar? Él le hace cosquillas en la panza. Mirá que sos glotona. De repente se
ilumina. Te voy a llevar a El Vesuvio. Lorena
ríe. Él se incorpora. Ahora dormite que
mañana tenemos que madrugar. ¿No te podés quedar otro ratito? Él cabecea
pero se sienta.
Papá entró al cuarto de Lorena comprueba
Agustina. Qué raro. A su mamá le
hubiera agarrado un ataque. Lo quería
solo para ella. Es muy raro conocer a su papá recién a los trece años. Muy raro.
Matilde entorna
la puerta. Sí, su papá está en el cuarto de Lorena. Qué le estará diciendo. Yo no
sabría que decirle. ¿Irán mañana al laboratorio? ¿Papá querrá que los acompañe? Bianchi se equivocó, ella empezó
con todo esto y sí es asunto suyo.
Papá salió del cuarto de Lorena no lo vi cuando entró
capaz que ahora viene a visitarme qué suerte que mañana voy a lo de Romi y lo
mejor de todo es que me va a llevar papá ojalá que vayamos los dos solos.
No estoy enojada con el Doc porque voy a salir sola
con mi papá y eso que casi no me importan los churros.
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