11 Sábado
Marcelo empuja
con suavidad la puerta entornada. ¡Ya
estoy lista! informa Lorena parada al lado de la cama. ¿Qué hacés así?, te vas a
cansar. No quería que se me arrugara
el vestido, mami siempre nos paraba cuando nos vestía para los cumples.
Marcelo sonríe. Sí, parece lista para una fiesta. El vestido a media pierna,
zapatos blancos, vincha con flores. Va a decirle ponete un pantalón que hace frío cuando
el entusiasmo reflejado en la carita, como por arte de magia, troca una a una
sus palabras. ¡Pero qué señorita más
preciosa!, ¿me permite que la lleve del brazo? La sonrisa de la nena es
indescriptible. Él siente un nudo en la garganta. Me estoy reblandeciendo determina mientras se aproxima al brazo en jarras de su hija.
Matilde apoya la
oreja en la puerta. Su papá ni le avisó.
Parece que ya no me precisa masculla mientras regresa a la cama.
Ramona deja la
cafetera sobre la mesa. ¿Qué hacés con
esa ropa? dice con los ojos abiertos de par en par. Me voy a sacar sangre contesta la nena. ¿Y para eso te pusiste tu mejor vestido? La nena lo mira
desconcertada. Marcelo le guiña un ojo y le explica a la mujer es que después tendremos una salida muy especial. ¡Me voy a tomar submarino con
churros con mi papi! Ramona sonríe. Me
parece que nadie comerá mis tostadas. ¡Guardámelas
para cuando vuelva! Marcelo se acuerda de pronto. Ramona, esta noche viene a cenar el señor Fernando, ¿me podría dejar
algo preparado? Sí, claro, ¿qué le
gustaría? Lo dejo a su criterio dice él. Se dirige, entonces, al garaje. La
nena lo sigue. No podés salir así la
detiene la mujer esperá que te voy a
buscar el tapadito blanco.
Matilde se cruza
a Agustina en el pasillo. Bajan la escalera empujándose, entre risas. ¡Se van a caer! grita Ramona desde la
cocina. Sofía ya está allí, revolviendo interminablemente su taza. Fede, en el
piso, juega con los autitos. ¡Hola, Agus!
dice mientras le tira los brazos a su hermana. La chica lo alza y se sienta. Seguí malcriándolo vos la reta ella,
repentinamente irritada. ¿Y Lorena?
pregunta Agustina. Ella se tensiona. Se
fue a sacar sangre con tu papá contesta Ramona. ¡¿Qué?! exclaman al unísono sus hermanas. El Doc dijo informa para demostrarles que ella sí está al tanto. ¡Qué raro! comenta Ramona ¿es por lo del peso? También aclara ella
haciéndose la interesante. Entonces vos
sos la próxima le dice Agustina a Sofía.
¡¿De veras?! le pregunta la nena. Matilde sonríe y le tira del pelo. ¡Como no te termines de una vez esa leche!
¡Está fría! protesta Sofía. Ramona recoge la taza y la pone en el
microondas. Acá son varias las
malcriadoras dice ella, el buen humor recuperado ante la panera llena de
tostadas calentitas que Ramona pone en el centro de la mesa.
Marcelo observa
a su hija por el espejo retrovisor. Qué pensarán los que ven a una chiquilina arregladita como pa ir de boda como
diría Serrat un sábado a las nueve de la mañana. La nena mira por la
ventanilla, en absoluto silencio. ¿En qué estará pensando?, ¿en los churros? Él sí que no quiere pensar. Por suerte ayer
durmió bien, luego de ver una película en la televisión. Cuento chino. Se rió un rato. A Diana no le gustaban las
argentinas. Ni siquiera las de Darín. Me
las perdí todas. Ya están cerca. Habrá que descubrir un hueco donde
estacionar. Por suerte es sábado.
A medida que se
acercan el paso de la nena, que comenzó salticando, se ralenta. Cuando llegan
al laboratorio se empaca. No quiero ir
dice cruzando los brazos. ¿Por qué?
pregunta él, sabiéndose estúpido. Tengo
miedo. Ojalá estuviera Matilde, no sabe qué decirle. Todos los que pasan se
dan vuelta para mirarlos. Ya sé que no es
divertido, princesa, lo lamento mucho, pero hay que hacerlo dice al fin
extendiendo la mano. Lorena se toma de ella, suspira pero avanza.
Afortunadamente los atienden enseguida. Una señorita con ambo celeste se les
acerca. Me parece que vos sos Lorena dice. La nena asiente con la cabeza sin
mirarla. Yo me llamo Gloria y voy a
sacarte sangre informa, acuclillándose. La nena la mira. Solo te dolerá un poquito, trataré de
hacerte el menor daño posible, ¿me acompañás? Lorena se incorpora. ¿Mi papá puede venir? ¡Por supuesto! Entran
los tres a un pequeño cuarto con dibujos infantiles pegados a la pared. Si no me hacés doler después te hago uno
promete la nena. Siéntese por favor le
indica la mujer señalándole la silla de extracción. Va a aclararle que el paciente no es él
cuando comprende. Se ubica y la mujer invita a la nena a sentarse en sus
rodillas. Ahora te voy a colocar una
bandita ajustable alrededor del brazo. Lorena se deja hacer. Te voy a limpiar con alcohol y vas a sentir
frío; ahora te voy a poner la aguja en el brazo, vas a sentir como una picadura
de mosquito, si preferís cerrá los ojos. Marcelo percibe la sacudida de la
nena y escucha un pequeño grito. Él también cierra los ojos. Es absurdo:
juraría que la mujer se equivocó y es a él a quien está pinchando. Listo anuncia la extraccionista. ¡¿Ya está?! pregunta Lorena. La mujer le
pone una curita. En un rato te la podés
sacar. Los dos se levantan. ¿Querés
un caramelo? ofrece la mujer. La nena niega con la cabeza. No puedo explica voy a desayunar con mi papá. Ya está en la puerta cuando gira. ¿Dónde están los marcadores?
Matilde mira su
reloj. ¿Ya la habrán pinchado? A ella solo le sacaron una vez, cuando entró al
secundario. Me acompañó mamá
recuerda. Después fueron a desayunar. Sonríe a solas. Cuando mamá estaba de buenas era… Se le escapa la palabra. Irresistible encuentra al fin. Imposible
permanecer enojada con ella. Me compraba
y me vendía piensa con rabia.
Sentados en El Vesuvio, Marcelo observa a su hija.
Comprueba que, a pesar de que es regordeta, tiene manos delicadas, dedos largos
y finos. Como ella. Igual no está en
duda que es hija de Diana. ¿Puedo pedir
otro churro? pregunta Lorena. No,
hija, comiste tres, ya es suficiente. Okey dice la nena mientras se limpia
la boca con una servilleta de papel es
que estaban riquísimos, muchas gracias, papi. Luego cruza los bracitos y se
queda mirándolo. Él no sabe qué decir. Por eso propone ¿vamos?
A papá sí que le importa que esté gorda a mamá lo
único que le importaba es que Sofía fuera flaca por eso siempre nos daba
golosinas a Matilde también le importa no le voy a contar que me comí tres pero
sí le voy a contar que vinimos ella no es la única que sale sola con papá ojalá
que el Doc me haga sacar sangre todos los sábados.
Papá salió con Lorena qué me importa total me
prometió que después me lleva a lo de Romi.