miércoles, 28 de diciembre de 2016

18

Marcelo abre la puerta de adelante. En cuanto sube, Matilde se pone los auriculares. Menos mal piensa él, aliviado. Cuanto diga esta chica es para problema piensa. Arranca. Hasta ahora había logrado espantar la escena que se avecinaba. ¿Qué le iba a contar a Bianchi?, ¿que dudaba de que Lorena fuera su hija? Bianchi había visto nacer a sus cinco hijos. Los había atendido durante quince años. Marcelo se pregunta, ahora, si alguna vez acompañó a Diana a las consultas. Quizá con Matilde bebé. ¿Diana los llevaría de a uno?, ¿todos juntos?, ¿para control?, ¿solo cuando estaban enfermos? ¿Cuándo fue la última oportunidad en que vio a Bianchi?, ¿en el parto de Federico? No, cuando Sofía se rompió el brazo. Fue un sábado, recuerda bien, por eso él estaba en casa. Encontraron a Bianchi directamente en el sanatorio. Él se tuvo que ir antes de que la enyesaran porque  tenía reunión de cátedra. Se pregunta, ahora, con quién se habrían quedado los chicos. Federico era un bebé. ¿Matilde se habría hecho cargo? Gira la vista y la ve sentada a su lado. Siempre tan seria piensa. ¿Va a entrar al consultorio con ella? Qué situación absurda. ¿Para qué le habré pedido que me acompañara? Porque sería injusto si se contara a sí mismo que la chica se impuso. Tuve miedo reconoce. Siempre lo ampararon las mujeres. Primero su madre, luego Diana, ¿ahora su hija? Le sube una profunda vergüenza por sí mismo. Tiene quince años se dice solo quince años. Ya no puede pedirle que se vaya. Faltan pocas cuadras para llegar. En cuanto encuentre un lugar, estacionará. Quizá Matilde percibe sus intenciones porque se saca los auriculares e indicá allí justo sale un auto, papá. Estaciona y bajan. La chiquilina dice tomá el carnet.. Tiene el impulso de tomarla del hombro pero lo reprime.


En cuanto entran, la secretaria se levanta del escritorio y se acerca. La abraza con fuerza. Lo siento mucho, Matilde. Ella lucha contra las lágrimas y las vence. Se desprende y se aleja. ¿Qué espera su papá?, ¿qué sea ella la que haga los trámites? Mamá siempre me dejaba a mí recuerda con rabia esto no termina nunca, estoy harta. Está furiosa consigo misma, ¿por qué se ofreció a acompañarlo? Es un hombre grande piensa. No quiere estar delante cuando él tenga que plantear el problema. Para eso hubiera venido sola, mucho más fácil. Se sienta y agarra una revista. Hay varios chicos dando vueltas. Este consultorio siempre es un quilombo. Su padre se ubica en la silla próxima, pero ella se enfrasca en las hojas. Media hora después los llaman. Está por incorporarse cuando el padre le dice preferiría pasar solo, ¿te molesta? Ella niega con la cabeza. Un enorme alivio.



Bianchi se sienta, cruza una pierna sobre la otra rodilla y sonríe. No hay escritorio que nos separe piensa Marcelo, incómodo. ¿Cómo están los chicos? pregunta. Bastante bien contesta él. ¿Cómo te arreglás?, ¿tenés ayuda? Él carraspea. Le pedí a la empleada de siempre que se quede a dormir y además las dos mayores se ocupan mucho de sus hermanitos. Bianchi se pone serio. Matilde y Agustina son dos chicas, no sería bueno para ellas que asumieran demasiadas responsabilidades; yo ya venía alertándola a Diana, el hecho de que fueran las mayores no dejaba de lado que fueran dos criaturas; es frecuente en las familias numerosas adjudicarles a los más grandes tareas que no son propias de un niño. Marcelo lo escucha tan sorprendido como molesto. ¿El médico está intentando hacerlo sentir culpable? ¿De que mi mujer se haya muerto? piensa fastidiado. La muerte de la madre es un hecho tremendo para un niño, independientemente del tipo de lazo que esta tuviera con sus hijos; tendremos que estar muy atentos; la que más me preocupa es Lorena concluye el médico. ¿Por qué? pregunta Marcelo, desconcertado. La vi muy caída la última consulta, además subió mucho de peso…. Un, dos, tres piensa Marcelo ahora o nunca. De ella precisamente quería hablarte. Le cuenta, entonces, del trabajo de Matilde, de las leyes de Mendel, del grupo B de la nena. Bianchi lo observa con atención. Cuando él se detiene pregunta ¿por qué viniste? Marcelo lo mira, desconcertado. Matilde opina que hay que hacerle a Lorena un nuevo análisis de sangre. Ella no puede cargar de ninguna manera con tamaña responsabilidad, vos sos el que el de ahora en adelante deberá tomar las decisiones lo mira con intensidad ¿te interesa a vos despejar la duda de que Lorena sea hija tuya? Marcelo recibe un brutal impacto. Él no dijo nada al respecto, es Bianchi el que está mencionando la posibilidad de que Diana me haya engañado. Algo debe decir. Estoy quedando como un pelotudo piensa. Sé que es hija es mía pero quiero que Matilde se quede tranquila. Te estoy preguntado por vos. No le deja escapatoria. Sí, yo también quiero quedarme tranquilo. Bianchi busca el recetario y hace la orden. Minutos después el hombre le da la mano y lo acompaña a la puerta. Cuando salen, Matilde se incorpora. Bianchi se acerca a saludarla. No sabía que estabas aquí, ¿querés charlar conmigo? Matilde niega con la cabeza. Ya me dio la orden le explica Marcelo. ¿Qué le decimos a Lorena? pregunta la chica. Él se queda desconcertado: ni se lo planteó. No es problema tuyo, Matilde, tu papá ya se ocupará. Él no sabe cómo pero no puede preguntarlo ahora. Se siente mal, muy mal. Instante a instante, peor. Ojalá pudiera rajarme.



Matilde salió con papá le pregunté a Agustina adónde fueron pero me contesto qué te importa pero sí que me importa porque tengo tarea y un poco la hice pero se la quiero mostrar a Mati porque hoy cuando volví del colegio no me quiso ni mirar ni tomó la leche con nosotros capaz que está enojada conmigo que si Matilde se enoja conmigo yo me muero porque a pesar de todo yo la extraño mucho a mi mamá me voy a sentar en el escalón del garaje así Mati no se me escapa.

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