Marcelo baja del
auto. Libera a Federico de su asiento y lo alza. Está adormilado y se apoya en
su hombro. En el estacionamiento distingue el auto de Fernando. ¿Dónde se habrá metido? Avanzan todos
hacia la administración. Encuentra allí a su amigo. Fernando besa a Ramona y a
cada uno de los chicos. Él se acerca a averiguar, le marcan la tumba con una
cruz en un planito y le indican cómo llegar. Es un día precioso. Diana amaba el sol recuerda él. Le
gustaba quedarse horas bronceándose. Como
un lagarto. Compra un gran ramo de fresias y emprenden la marcha. Esta realidad no me pertenece decide
mientras avanza con Federico colgado de su cuello.
Tengo
miedo.
Matilde se ubica
junto al trozo de césped donde le aseguran está enterrada su madre. Lorena se
aferra a su cintura y llora. Cómo consolarla si no sabe cómo consolarse. Su
mamá no está más. No era la mejor de las madres pero era su mamá. Y la pucha, pese a todo, la extraña.
Tengo
miedo.
Agustina, frente
a la tumba de su madre, quisiera derrumbarse. Sofía le aprieta fuerte la mano.
Ella la siente temblar. Acá estamos, mamá
piensa te extraño tanto que a veces me
cuesta respirar. Pero también se acuerda de Gonzalo, de sus amigas, de sus risas y se siente
culpable. Perdoname, mamá pide por
dentro mientras deposita su ramito sobre el césped.
Marcelo se
agacha, con el nene alzado, y deja el ramo junto a las flores de Agustina. ¿Quién eras? piensa. Le queda claro el
balance: más allá de todo, fue feliz a su lado. Recuerda el Hernández de
Serrat: Un manotazo duro, un golpe
helado,
un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. Percibe que el nene, la carita enterrada en su hombro, llora. Él le acaricia el cabello. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. ¿A qué hora murió mamá? pregunta Sofía. A las tres y media contesta Matilde. Él mira el reloj. Exactamente 15 y 30. Un sudor frio le recorre el cuerpo.
un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. Percibe que el nene, la carita enterrada en su hombro, llora. Él le acaricia el cabello. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. ¿A qué hora murió mamá? pregunta Sofía. A las tres y media contesta Matilde. Él mira el reloj. Exactamente 15 y 30. Un sudor frio le recorre el cuerpo.
Matilde recuerda
que cuando escuchó el estruendo estaba haciendo la tarea de fisicoquímica.
Agustina
recuerda que cuando escuchó el estruendo estaba haciendo el resumen de
historia.
Marcelo recuerda
que cuando Matilde lo llamó estaba saliendo de la AFIP.
Cuando
escuché el ruido estaba pegando las figuritas que le había ganado a Lorena.
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