Agustina
almuerza en lo de Valeria. Gonzalo, a último momento, dijo que no podía ir. Seguro porque no quería verme a solas. La
mamá de su amiga comenta estoy armando
una reunión de madres para organizar un desfile de modas para juntar fondos
para el viaje a Tandil, yo les voy a mandar un mail pero vayan avisándoles a
sus mamás. Se hace un denso silencio. Quizá recién entonces la mujer repara
en su error. Perdón pide al descubrir
las lágrimas de Agustina. Muy mal día
piensa ella, secándose las mejillas con el dorso de la mano.
Matilde
charla con su padre. De igual a igual
piensa. Ella percibe que él la escucha con atención, que valora sus opiniones.
Como se siente más segura comenta tampoco
sé qué hacer con Agustina. ¿Por qué?, ¿te preguntó algo? ¡Me tiene loca!, y lo
peor es que me fastidio con ella porque no sé qué decirle recién
descubre. ¿A vos te molestaría si le cuento? ¿Por qué habría de molestarme? A ella le irrita su ingenuidad. ¡Por qué mamá te engañó! exclama y se
arrepiente al instante. Siente que le suben los colores. Perdón pide.
Marcelo
siente una vergüenza espantosa. Matilde
no se merece este padre piensa. No te
preocupes dice las cosas son como son
y de nuevo le toma las manos. Ella no lo rechaza. Lo que me aflige dice él, pensándolo por primera vez es que a Agustina se le caiga la figura de
la madre. Sí comenta su hija ella era
la más apegada, charlaban mucho; yo siempre choqué con mamá, bah, ella ni se
enteraba, chocaba por dentro. Marcelo no quiere ni respirar, teme que
Matilde se detenga. Noticias de una vida que transcurrió bajo su techo pero a
espaldas de él. Contame pide. ¿Qué querés que te cuente? Cómo te llevabas
con tu mamá. La chica se suelta las manos, toma coca-cola. Se toma su tiempo piensa él. Mamá era difícil dice de pronto al menos conmigo, siempre me exigió mucho, y
lo peor es que yo nunca pude decirle que no; yo hacía todo pero me quedaba con
rabia y después me sentía pésimo por tenerle bronca; además no se lo podía
contar a nadie su hija lo mira a los ojos nunca se lo conté a nadie, muchas veces pensé que quería ir al
psicólogo porque algo estaba mal en mí, las hijas no le tienen rabia a su mamá,
eso que a mí nunca me pegó. Él no entiende lo que está escuchando. ¿La mamá
de esta chiquilina agobiada era Diana? Repara en la última frase. ¿A quién le pegaba? pregunta con temor.
Matilde guarda silencio un buen rato. Bebe de nuevo. Las nenas ligaban bastante, sobre todo Sofía, que siempre fue la más
inquieta, yo trataba de defenderlas pero mamá se ponía peor; Agustina estaba en
su mundo, además imposible que se enojara con ella, sabés como es Agus, un
ángel; a Fede nunca vi que le pegara, algún zamarreo, pero lo dejaba llorar
mucho, eso sí, siempre Agustina se ocupó de él, desde bebito, yo no lo tenía
paciencia. Él está azorado. Jamás presenció un castigo, una levantada de
voz. Como si leyera su pensamiento Matilde continúa cuando estabas por llegar nos mandaba a ordenar todo, yo terminaba de
preparar lo que Ramona había cocinado, las chicas ponían la mesa mientras ella
se iba a arreglar le clava la mirada para
vos que solo tenías ojos para ella, a nosotros ni nos mirabas. Matilde
esconde la cara entre las manos. Basta
dice estoy criticando a mi mamá y ella no
puede defenderse porque está muerta, tendríamos que haber hablado antes, ya no
tiene sentido. Él le descubre el rostro. Lo importante es que empezamos a conocernos dice y ofrece ¿querés que compartamos un panqueque? Ella
sonríe y con el dorso de la mano se seca las lágrimas.
Agustina
está haciendo los resúmenes con los compañeros cuando vibra su celular. Ya salí del dentista, estoy en 15. Avisa
Gonzalo que llega en un rato informa ella tratando de controlar la sonrisa.
Y justo, justo te avisó a vos comenta
Valeria. Todos se ríen. Ella quisiera matarla.
Entro corriendo
y la busco a Matilde pero me avisa Ramo que no está qué mala suerte.
Le quería
mostrar a Agus que la seño me puso felicitado en el mapa que me hizo ayer pero
todavía no llegó Ramo me dice qué bien pero me parece que ella mucho no
entiende.
Matilde
abre la puerta. Lorena baja las escaleras corriendo pero cuando está a pocos
metros se detiene. ¿Precisás algo? le
pregunta ella. La nena niega con la cabeza. Vení,
saludame propone ella y su hermana se abraza de su cintura. Ella le
acaricia el cabello.
Agustina
dice yo ya me voy. Quedate un rato más pide
Valeria falta poco para terminar la
segunda parte. Pero ella no aguanta más. La hace mal estar junto a Gonzalo
y que él ni la mire. No, tengo cosas que hacer se excusa
mientras junta las hojas. Yo también me
voy dice Gonzalo. Agustina pesca las sonrisas entrecruzadas entre sus
compañeros. Si serán tarados. Se
creen que pasa algo entre ellos. Se despiden de la madre. Suben al ascensor los
tres. Por suerte Vale tiene que abrirles.
Marcelo
llama a Feldman por tercera vez. La chica, por fin, atiende. Estaba en clase se justifica. Claro, aún es una estudiante piensa él. Hoy se me complicó, por eso no te avisé,
pero si te viene bien podríamos encontrarnos mañana. ¿A qué hora? solo
pregunta ella. ¿Querés que almorcemos?
¡Buenísimo!, ¿dónde? Él
corta complacido.
Cuando
ve que Valeria se retira, Agustina le da un beso en la mejilla a Gonzalo y dice chau. ¿Qué tomás? pregunta él. Cualquiera que vaya por Cabildo contesta
ella, ya caminando. Yo también dice
él y se suma a su paso. Gonzalo habla del trabajo realizado; ella aporta solo
monosílabos. Mientras esperan el colectivo él dice ¿estás enojada conmigo? La sorpresa de ella es inconmensurable. ¿Por qué decís eso? pregunta. ¡Vamos, Agus, no soy boludo! Ella se
siente enrojecer de cabeza a pies. La llegada del 59 la exime de responderle.
Estoy mirando
por la ventana para ver si viene Agus porque le quiero mostrar el mapa que ya
se me arrugó de tanto tenerlo en la mano por suerte ahí viene pero me parece
que mi excelente mucho no le va a importar.
Matilde
mira la hora. Ya es tarde para que Agustina ande sola. Le manda un mensajito. Llegando le responde su hermana. Corre
la cortina. Sí, Agustina esta parada cerca de la reja. Pero no está sola.
Matilde sonríe.
Matilde me dio
un abrazo fuerte a lo mejor es en serio que todavía me quiere.
Gonzalo
se inclina hacia su mejilla. Ella percibe su olor. Quiere salir corriendo pero
dos veces sería demasiado. Hasta mañana
dice gracias por acompañarme.Él la
agarra del brazo y dice me gustó.
Cuando ella se pregunta cómo se liberará del contacto sin parecer maleducada,
él la suelta. Pero no se va. Ella busca la llave y la pone en la cerradura. Chau dice. Él sigue parado. Ella gira
y entra sin darse vuelta.
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