Matilde recibe
mensaje de su padre. Salió antes, primero pasará por su casa. ¿Podrá con todo? se plantea. Luego recuerda
a Ramona y se alivia.
Estoy
comiendo mi milanesa cuando entra papá y dice que ya se van yo le digo que
también voy para que no me deje y me meto un pedazo grande en la boca pero él
me dice que coma tranquila que me espera pero es mentira porque a nadie en esta
casa le gusta que yo coma.
Agustina sale,
apurada. ¡Agus! le grita Gonzalo.
Ella se da vuelta. Él se acerca corriendo. Suerte
dice el chico. Gracias contesta ella
y camina hacia su hermana.
Papá
vino a buscarnos y Ramo le pregunta si comió y él dice que no quiere nada pero
Ramo no lo escucha y le pone un plato y lo obliga como a mí Ramo es una pesada
pero yo sé que nos obliga porque nos quiere.
Marcelo, en el
auto, espera a sus hijos. Tendrá que comprar unas flores. Diana amaba las flores. Él solía traerle. Jazmines, fresias,
margaritas. Ella detestaba los claveles, las rosas. Sofía se acerca corriendo.
Él le abre la puerta de atrás. ¿Voy al
fondo? pregunta la nena. Sí, así
queda lugar para las chicas. Instantes después se acerca Lorena y se ubica
junto a su hermana. Luego Ramona con Federico alzado. Él mira por el espejo
retrovisor. Es la vida que armé sin vos
le dice a Diana. ¿Están todos con los cinturones? recuerda. Lorena lucha con el
suyo, Sofía la ayuda. Cuando ve a todos ubicados, arranca.
El
corazón me late fuerte a lo mejor me muero.
Le
hablo a Lorena pero no me contesta capaz que cuando uno va a visitar a su mamá
al cementerio no hay que hablar hasta
Fede está callado.
Matilde observa
la camioneta detenida en el semáforo. Ya
llegó le grita a Agustina, que está en el kiosco de flores de la esquina.
Su hermana se acerca corriendo con un ramito. Agus sí que la extraña piensa ella mientras le hace señas a su
padre.
Agustina se
sienta junto a Ramona. Federico duerme en su asientito. Matilde, adelante, El lugar de mamá piensa ella. La mujer
busca algo en un bolso. Les preparé unos
sándwiches de milanesa explica seguro
que no comieron. Ella tiene el estómago cerrado pero no quiere despreciar a
Ramona. Obligándose, mastica. Nadie habla.
Ella escucha el ruido de sus dientes, de sus muelas. No lo soporta.
Guarda el sándwich a medio comer en la bolsita. Después lo termino informa ante la mirada admonitoria de Ramona.
Matilde, sentada
adelante, come su sándwich. Ramona está
en todo piensa. Observa a su padre. Maneja, reconcentrado, muy serio. ¿En
qué estará pensando?, ¿cuánto la extrañará?, ¿la habrá perdonado? Ella, ¿perdonó a su mamá? Se le mezclan los
sentimientos: pena, bronca. Curiosidad sobre todo. ¿Cómo era en realidad su
mamá?, ¿por qué buscó otro hombre si era obvio que vivía pendiente de su papá?,
¿había sido feliz? Mira por la ventanilla. La Panamericana es un mar de coches.
En un año va a sacar el registro, ¿se animará a conducir por acá?, ¿manejará el
auto de su mamá?, ¿su papá pensará venderlo? El auto era una extensión de su
madre. Como ella, ligero, bello, distinguido. Jamás fue en colectivo con su
mamá. Tampoco la recuerda caminando. No le gustaría manejar su auto. Yo no soy como ella decide mientras se
sacude las migas.
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