miércoles, 17 de mayo de 2017

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Teléfono, contador le avisa su secretaria. Fernando. Che, recién me doy cuenta de que mañana hace un mes de lo de Diana, ¿van a hacer algo? Nadie le permite olvidarse. Voy al cementerio con las chicas informa. ¿Todas? hay sorpresa en la voz de su amigo. Con las dos mayores seguro, hoy les preguntaremos a las chiquitas si quieren ir. ¿Puedo ser de la partida? Él va a decirle que claro, por supuesto, cuando repara en que debe consultarlo con sus hijas. Les pregunto a las chiquilinas y te aviso. Se quedan un rato charlando de política. Antes de cortar él dice gracias, viejo, siempre estás. ¡Watson! ríe su amigo a través del cable.


Matilde está sentada junto a Agustina. Su hermana no le habla desde que subieron al colectivo. A Matilde le hace mal. En el cuerpo le hace mal.  Como ya no lo soporta le pregunta ¿estás enojada conmigo? Agustina, muy seria, por fin la mira. Sos vos la que hace días que me ninguneás; sé que está pasando algo con Lorena pero vos no querés contármelo; seguro pensás que todavía soy chica; pero yo soy chica solo cuando les conviene. Matilde no sabe qué decir, su hermana tiene razón. No quiere imaginarse cómo se sentiría ella en esa situación. Esperá que pase lo de mañana, te prometo que trataré de contártelo, pero no depende solo de mí. Agustina la mira con una intensidad insoportable. Por suerte tienen que bajar.


Marcelo, sentado en el restaurante espera. Diez minutos ya. ¿Habrá entendido bien? Finalmente entra Feldman, jadeando. Perdón profe, el bondi en que venía se quedó y tuve que tomar otro. Él llena su propia copa con agua y se la tiende. Gracias, corrí tres cuadras. Se desprende tanta vida de su respiración agitada, de sus mejillas coloradas que no puede menos que reír. ¿Se ríe de mí?, me imagino lo que debo parecer. Esto preciso piensa él una inyección de energía.


Ramona las espera con tarta de atún y ensalada de remolachas. Una para cada una piensa Agustina Ramo conoce nuestros favoritos. Hoy es mejor día. Le gustó la charla con Gonzalo y la alivió la charla con Matilde. En realidad la alivió sentirse tenida en cuenta. Pero está muy preocupada. ¿Qué será lo que le están ocultando?, ¿Lorena tendrá una enfermedad grave? Porque el Doc está metido en todo esto. Pero Matilde tiene razón: ahora no es momento. Ahora solo importa que ya no estás, mamá. Para conjurar  las lágrimas que se acercan se sirve otra porción de tarta. Ramo, sos lo más dice.


Feldman, lapicera en mano, pregunta y toma notas. Parece una criatura jugando a ser periodista piensa él. Cuanto más seria se pone, más joven le parece. Dan ganas de apretarle los cachetes. Pero es inteligente. Particularmente inteligente. Y a mí siempre me pudieron las minas inteligentes evalúa. Como Diana. Diana, además, era hermosa. Aunque debe reconocer que esta mocosa no está nada mal. Sonríe solo.


Matilde piensa en la invitación de Mariano. Los padres se fueron por unos días. Su hermano mayor y él quedaron solos. Venite a  almorzar mañana, te cocino algo rico le propuso. Ella le explicó que no podía. Entonces el viernes lo dio él por hecho. Ella le dijo que sí, ya no tenía excusas. Pero ya no sabe si quiere. Querer quiere. Pero le da miedo. Ya veremos piensa y regresa a los protones y a los electrones. Le encanta buscar en la tabla periódica.


Escucho música en el cuarto de Mati hoy por suerte está si me animo le pregunto del cementerio.


Ramo me preparó otra vez bizcochuelo de limón y por fin le pude mostrar el mapa a Agus estuvimos un rato solas pero no me contó nada.


Marcelo, mientras espera a un cliente en la DGI, rememora el almuerzo. ¿La chica está buscando algo?, ¿o solo ejerce su desenfadada manera de ser? Lo veo mañana dijo al despedirse. Lo besó en la mejilla y se fue a la carrerita. Él la observó hasta que dobló la esquina. Me divierte piensa me trae aire. Pero también puede traerle problemas. Marcelo, no seas pelotudo, ya estás demasiado grande para repetir historias. Porque Diana también fue su alumna. Su mejor alumna. Recuerda a Sarmiento, a Muiño, a Magaña y a Demare. Cómo le gustaba el viejo cine argentino. Buscará la película por Internet. Quizá la encuentre.


Agustina llena las dos bañaderas. Les avisa a las nenas y tiene que agarrar a Federico a la fuerza. Patalea tanto que ella se enoja. Lo deposita con rabia en el piso. ¡Por mí no te bañés nunca más! grita. El nene la mira con los ojos muy abiertos y hace pucheros. A ella le da lástima. No tiene mamá piensa. Lo alza de nuevo. El nene le rodea el cuello con los bracitos.



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