28 Martes
Matilde
se cruza con su padre en el pasillo. Bajan juntos la escalera. Antes de entrar
a la cocina ella le dice tenemos que
hablar. Cuando quieras responde su padre hoy tengo un día liviano. Ella recuerda a Agustina. Una mosca. ¿Cómo deshacerse de ella ? Veo como hago y te aviso alcanza a decir
mientras escucha los pasos de su hermana en la escalera.
Marcelo
le pide a Ramona una segunda taza de café. Matilde ya le complicó el día. Adiós
su charla con Fernando. ¿Nunca volveré a
tener un día en paz? Ya no aspira a la felicidad, ni siquiera a la alegría.
Solo pretende paz. Una mísera alícuota de paz.
Matilde
ni la saludó. Le pasa algo conmigo
concluye Agustina. Le podría decir de almorzar a la salida de la escuela pero
le parece que arreglaron para reunirse en lo de Valeria por el trabajo práctico
de historia. Ya no está enojada. Esta triste, preocupada. Angustiada.
Me levanto
corriendo para saludarla a Matilde pero no tengo suerte porque ya se fue.
Marcelo
está sentado ante su escritorio cuando suena el celular. Seguro que es Matilde piensa. Atiende sin mirar. Buenos días, profe lo sorprende Feldman.
La chica le dice que quedaron un par de puntos de la nota por ajustar y le
pregunta cuándo pueden encontrarse. Él está por proponerle almorzar cuando
recuerda a su hija. Arreglo algunos
asuntos y te llamo dice.
Lorena está rara
y casi no me habla a lo mejor le hice algo y no me di cuenta voy a ver si le
consigo la figu que le falta para llenar la página cuatro.
¿Querés que
almorcemos?
lee Matilde. ¿Su padre proponiéndole un encuentro? Sonríe sola. Pero luego
recuerda que fue ella quien lo solicitó y la sonrisa se esfuma. No sabe qué
hacer, cómo justificarse frente a Agustina. En el recreo simula un encuentro
casual y la tantea. Se reúnen en lo de
Vale a estudiar, ¿te parece que vaya? parece su hermana pedirle permiso.
Ella, obvio, la alienta. Dale le
contesta luego a su padre ¿cómo hacemos?
Marcelo
escribe ¿podrás alrededor de las cuatro?
No, tengo un parcial contesta Feldman
¿lo dejamos para mañana? Él se siente absurdamente desilusionado. Como
siempre, Matilde le complica la vida.
Agustina
busca a Matilde a la salida del colegio para pedirle dinero: tienen que comprar
unos mapas. Sin embargo no la encuentra. ¿Cómo pudo irse tan rápido? Se escapó piensa. Porque hace días que
su hermana la evita. Valeria le hace señas. Va hacia ella corriendo. Pero ya se
le fue el entusiasmo por el programa. Me da rabia Matilde reconoce con
sorpresa.
Matilde
desde el auto, descubre a Agustina en la esquina. Qué pesada. La ve luego
caminar hacia su amiga. Zafé piensa.
Por suerte tenía para el taxi. Siempre lleva dinero. Sus amigas se sorprenden.
Está acostumbrada desde chica. Era habitual que su madre le pidiera que
comprara algo al regreso del colegio. ¿Desde cuándo?, ¿diez, doce años? Recién
cuando Sofía empezó el primario, comenzó a retirarlas el micro. Antes ella
viajaba sola en colectivo. Sola no, con Agustina. El taxi se detiene. Ella
paga. Desciende. Para su sorpresa el padre está abajo, esperándola. Se acerca
en cuanto la ve. La besa. Caminan juntos. Él la toma del hombro.
No sé qué me
pasa no quiero estar en la escuela no quiero estar con Sofía no quiero que
nadie me vea solo quiero estar con Matilde y que me abrace.
Marcelo
camina por Corrientes con su hija. ¿Qué
querés comer? le pregunta. Cualquier
cosa contesta ella. Entran en El
palacio de la papa frita. Él sonríe viendo la cara con que Matilde recibe su inmenso plato. Pero él sabe
que el bienestar no puede durar demasiado. A Matilde le lleva tres bocados
arrancar. Hablé con Lorena. A él se
le atraganta una papa frita. Tose, toma agua. Su hija sonríe, burlona. No es para tanto dice. Contame pide él cuando logra reponerse. La vi tan desesperada que le dije que ya lo
sabía y que yo nunca la iba a abandonar, me parece que se quedó un poco más
tranquila, pobre, debe ser terrible para ella, seguro que tiene miedo de que
cuando los demás se enteren la dejen de lado; tenemos que pensar muy bien cómo
vamos a manejar la situación, a lo mejor nos conviene consultarlo con Bianchi. A
él lo conmueve escucharla. ¿Cuánto hizo para que su hija sea así? Muy poco
además de los genes y del sostén económico. ¿Fue Diana quien generó a esta
muchachita que vale oro? Ya lo duda. Matilde
es silvestre piensa. Tiene un impulso. Le toma ambas manos mientras
dice te
felicito. Los ojos de su hija son puro desconcierto. ¿Por qué? Por ser como sos.
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