lunes, 24 de abril de 2017

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26 Domingo

Marcelo se despierta sobresaltado. El sol entra a raudales por la ventana. Me quedé dormido piensa incorporándose como resorte. Luego recuerda que es domingo y se recuesta de nuevo. Las nueve y media. Durmió de un tirón. Media hora después, vestido y afeitado, recorre el pasillo. Silencio absoluto. Sin embargo, la única disposición que persiste es la de las chiquitas. Federico duerme con Agustina, la pieza de Matilde cerrada. Baja. Saca los diarios de debajo de la puerta. Duda unos segundos. Luego los deja sobre la mesita, se pone la campera y sale.


Papá me agarra de un brazo y me quiere sacar de la cama yo me agarro de los barrotes pero él sigue tirando entonces grito.


Agustina escucha un alarido. ¿Lorena? Desprende los bracitos de Federico y sale corriendo. Sí, es Lorena que grita dormida. Sofía, sentada a los pies de la cama, la mira, aterrorizada. Ella agarra a Lorena de ambos hombros, la sacude suavemente. Lore, despertate, vamos, despertate. La nena abre los ojos como platos. ¡Ah!, ¡sos vos! ¿Quién creíste que era? Lorena baja la mirada. No sé dice. Gritaba "papá" todo el tiempo informa Sofía. Algo está pasando en esta casa piensa ella. ¿Querés contarme lo que soñaste? propone ella. No me acuerdo. Ahora es Federico el que grita llamándola. Tener tantos hermanos sí que es una pesadilla. ¡Ya voy, Fede! exclama y se levanta.


A lo mejor yo tenía razón y es cierto que papá le pega a Lorena.


Matilde también escucha los gritos. Pero cuando llega Lorena ya se tranquilizó. Estuvo Agus informa Sofía. Arriba, chicas, a desayunar. Pasa por el cuarto de Federico: su hermana está cambiando al nene. Termino y vamos le informa. La habitación de su padre, vacía. Aprovecha y le hace la cama. Baja. Levanta las cortinas de la cocina. El sol la obliga a cerrar los ojos. Pone agua en la cafetera. Primero dos cucharadas. Pero luego agrega otra. Quizá papá regrese, no dejó ni una nota. No tiene ganas de hacer tostadas. Que coman galletitas. Se abre la puerta de calle. Aparece su padre y deja un paquete sobre la mesa.


Papi trajo solo dos churros con dulce de leche a mí me encantan pero mejor que los coman sus verdaderas hijas.


Le quise contar a papá del libro que ya casi me lo termino pero no me quiso escuchar claro a nadie le importa lo que yo digo.


Agustina observa a Lorena, observa a su papá. Su hermanita no está bien. Comió solo una medialuna con lo que le gustan a ella los churros. Su papá esta de mal humor, ni la escuchó a Sofía. La nena se quedó mortificada. ¿La única que se da cuenta de las cosas en esta casa soy yo? Federico sí que come a manos llenas. Basta, Fede le ordena después te duele la panza. ¿Gonzalo estará durmiendo? Qué me importa, igual no me va a llamar más. ¿Quieren que vayamos al cine? La voz de su padre la aparta de sus pensamientos. ¡Sí! gritan las nenas. Lorena revivió piensa ella. ¡La vida secreta de las mascotas! propone Sofía me dijeron mis amigas que está buenísima. Ella quería verla ayer pero no se animó a decirle a Gonzalo.  Ella también tiene ganas de ir. Le hace falta despejarse un poco.


Seguro que papá inventó lo de la película para mejorarla a Lorena pero igual estoy contenta porque me moría de ganas de verla.


Matilde reflexiona. ¿Qué corresponde que haga? Le prometió a Mariano verlo. Pero le da culpa salirse del programa familiar. Demasiado para Agustina los tres chiquitos. Le dirá que otra vez no puede. Se pasa la lengua por los labios y siente algo extraño. Quizá pueda verlo más tarde. O un ratito ahora. Le escribe. Mariano le ofrece encontrarse en Cabildo en media hora. Ella sonríe sola. Tiene ganas de salir con sus hermanos. Y con papá reconoce.


Papá dijo de ir al cine yo tenía miedo de que solo invitara sus hijos pero además seguro que no se anima a dejarme sola así que casi seguro que a mí también me lleva menos mal porque estoy cansada de tanto dormir.


Agustina observa por la ventana a Matilde que camina apurada hacia la esquina. Su hermana tiene suerte. Mariano le entiende todo. ¿Le habrá avisado a papá que salía? Ojalá que no le pregunte nada, a ver si todavía mete la pata. Porque yo no sé mentir. Escucha las risas de sus hermanos. Me gustaría ser chiquita piensa. Volver el tiempo atrás. Estar de nuevo con su mamá. Sacude la cabeza. Se pone las zapatillas y baja. Matilde le encargó que fuera adelantando la comida.


Marcelo escucha a los chicos reír. Se acerca. Solo Federico y Sofía. Se asoma al cuarto de Lorena. La encuentra ante el placar abierto. ¿Qué estás haciendo? le pregunta. La nena se sobresalta, ojitos asustados, hombros elevados. Nada contesta. ¿Por qué no vas a jugar con tus hermanos? propone porque no se le ocurre qué decirle. Lorena, descalza, sale corriendo. Lo roza al salir. ¡Perdón! pide.


Estaba mirando qué ponerme para ir al cine esta tarde y entró papá  y me retó capaz que no me lleva eso que yo ya había hecho la cama.




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