viernes, 7 de abril de 2017

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¿Le preparo algo, señor? lo recibe Ramona. No, gracias contesta Marcelo. Solo tiene ganas de dormir. Por fortuna logra llegar a su cuarto sin que nadie lo intercepte. Se saca los zapatos y se tira sobre la cama. Suena su celular. Maldiciendo, atiende. Me quedé preocupado dice Fernando ¿cómo estás? ¿Te digo la verdad?, como la mierda, yo ya sabía que Lorena no era mi hija pero saber de quién es hija me dio vuelta. Avisame si querés tomar un café después de cenar. Gracias, Fer, de veras. Yo puedo acercarme, ya sabés, siempre listo. Marcelo corta y cierra los ojos. Desmaterializarse. Desaparecer.


Iba a golpear la puerta de mi papi pero escucho que habla por teléfono y no lo puedo creer ya se enteró entonces era verdad y Fernando también lo sabe estoy perdida seguro que me entregará a ese que dice es mi papá yo de esta casa no me voy porque si me voy de esta casa me muero ya perdí a mi mamá ahora a mi papi y peor todavía a mis hermanos que capaz ni hermanos son mejor mucho mejor me muero ya mismo me muero.


Agustina está haciendo la tarea de biología. Relaciones intra e interespecíficas. Curioso el equilibrio de la naturaleza. Con víctimas y verdugos. WhatsApp. ¿Cuántos ejemplos para cada relación? pregunta Gonzalo. Resucitaste piensa mientras sonriendo teclea tres o cuatro, ¿precisás alguno?


Matilde se asoma al cuarto de Sofía y la ve tirada sobre la alfombra. ¿Terminaste la tarea? No tenía contesta la nena y luego pregunta Mati, ¿me podés firmar el boletín? No, Sofi, solo papá puede. Pero vos sos grande. Ella se sienta en el piso. ¿Por qué no querés mostrárselo a papá?, tu bole está rebién. Porque a él no le interesa y a vos sí. Sin planearlo acaricia la cabeza de su hermanita. La nena la abraza. Ella le palmea la espalda como si fuera un bebé.


Marcelo baja la escalera. Lo precede Agustina con Federico alzado. En la mesa esperan Matilde y Sofía, charlando. Se ubican y Matilde comienza a servir la lasagna. La fragancia invade el comedor. A Marcelo se le abre el apetito. Repara en el lugar vacío. ¿Y Lorena? pregunta él. La voy a buscar se ofrece Agustina dejando la servilleta sobre la mesa. Marcelo recibe su plato. Ya comió la mitad cuando Matilde dice voy a ver por qué no bajan. Regresa un rato después e informa Lorena está vomitando en el baño. ¡Habrá comido mucho! comenta Sofía jugando con la lasagna. Vos ocupate de tu plato la reta Matilde mientras lo ayuda a comer a Federico. Él se levanta.


Agustina sostiene la cabeza de Lorena, arrodilladas ambas junto al inodoro. La nena no para de vomitar. Llora y vomita. Tiembla. Agustina tiene miedo. Mamá llama internamente. Porque precisa ayuda pero no puede dejar a su hermana sola. Como si la hubiera oído su padre aparece en el marco de la puerta. ¿Qué está pasando? pregunta. La cabeza de Lorena gira hacia él. Agustina descubre tanto terror en los ojos de su hermana que a su vez pregunta Lore, ¿qué tenés? La nena sacude la cabeza. Nada, nada, ya se me pasa. Su padre le consulta ¿te parece que lo llame a Bianchi? Qué puede saber ella. Preguntale a Matilde responde mientras Lorena tiene otro acceso de arcadas.


Matilde toca la frente de Lorena, ya acostada. Fiebre no tiene. Vemos como pasa la noche dictamina y cualquier cosa mañana llamo a Bianchi. De acuerdo asiente su padre. Mati, ¿te podés quedar un rato? le pide la nena. Malditas las ganas, lo único que le falta. Para su gran sorpresa su padre ofrece ¿querés que me quede yo? pero la cara de la nena se tensa. No, no dice vos no, Mati. Qué extraño, Lorena siempre tan pendiente de su papi. Dale dice ella en un ratito vengo.


Marcelo apaga la luz. Raro que Lorena rechazara su presencia. Mejor para mí piensa hoy sí que tengo sueño. Pasa el brazo debajo de la almohada. Aún no se acostumbra a la cama vacía.


No sé qué voy a hacer  si papá se lo cuenta a las chicas estoy perdida me van a llevar con ese hombre que capaz que me pega como en los cuentos mamá tenía razón y aunque me salve de esta igual voy a ir al infierno ojalá que Mati no se vaya nunca.


Marcelo sale del baño. Se desveló. Las tres. Ya es tarde hasta para Fernando sonríe solo. Pasa por el cuarto de Lorena. Se acerca de puntillas. La nena, la boca entreabierta, duerme. Echa un ovillo, a los pies de la cama, Matilde. El levanta el acolchado del piso y la tapa.



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