Marcelo,
de pronto, recuerda los libros. Sofía indica
por favor traeme la bolsa que está
colgada en el perchero. La nena obedece. Él intenta recordar cuál era para
quién. Entreabre los papeles. Les traje
un regalo comunica. Él percibe la sorpresa en los cuatro pares de ojos. Les
entrega los paquetes a los tres menores. Está por decirle a Matilde te voy a dar el dinero para que compres el
que prefieras pero cambia de opinión. Cuando
quieras vamos juntos a la librería así elegís vos propone. Dale dice la chica justo ayer terminé uno. ¿Cuál era? Demián.
Yo a tu edad adoraba a Herman Hesse, ¿ya leíste Narciso y Goldmundo? Ella
niega con la cabeza. Entonces vamos a
comprar ese, estoy seguro de que te va a encantar. Sofía se acerca
sonriendo. Hace mucho que no la veía
sonreír descubre él. ¡A mí me encanta
este! exclama la nena, se queda mirándolo un rato y agrega gracias, papá. ¿No me merezco un beso? La
nena sonríe y baja a vista. Él la abraza. Federico se acerca enarbolando su
librito. ¡Eémelo, papi! Él lo sienta
sobre la falda y comienza. Cuando levanta la vista se cruza con la mirada de
Lorena. ¿Y a vos no te gustó el tuyo? pregunta.
La nena asiente con la cabeza. ¿Y mi
beso? Desde lejos le tira un beso con la manito. A él se le estruja el
corazón.
Entran al cine. Escuadrón suicida. A ella no le gustan las películas de acción pero
le dijo a Gonzalo que sí. Se ubican. En cuanto comienza la película, él le toma la mano. Ella no sabe qué hacer. Así permanecen hasta que en la pantalla aparece
el The End.
Mi papi me regaló un libro a mí también
me regalo aunque él ya sabe que no soy su hija.
Papá me dio un abrazo me parece que
antes nunca me abrazó.
Matilde
consigue que las nenas se hagan cargo de Federico. Suben los tres, un libro en
la mano de cada uno. Le mandó mensaje a Mariano. Por suerte no se enojó. Su
papá se instaló en el sillón del living, jazz en el equipo, leyendo. Ella
piensa que sería lindo tirarse en la alfombra junto a él, pensar en nada. Hace
una mueca: Lorena es la que cuenta. ¿Estás
ocupado? pregunta. Él baja el libro y se saca los anteojos. No, para nada, veni, sentate dice
señalando el sillón contiguo. Ya ubicada pregunta ¿qué le dijiste a Lorena? Su padre suspira. Ella, por un segundo,
lamenta incomodarlo pero la que ahora importa es su hermanita. Le expliqué que hicimos unos análisis de
sangre que demuestran que ella no es mi hija biológica, pero que sigue siendo
mi hija del corazón, que nada va a cambiar, que esta sigue siendo su casa, yo
su papá y ustedes sus hermanos; que cuando sea grande, si le interesa, buscaremos
a su verdadero padre, pero que para eso falta mucho y solo va a suceder cuando
ella lo desee y esté preparada. Matilde lo observa azorada. ¿Ese es su
papá? Ella no hubiera podido explicárselo mejor. ¿Y cómo reaccionó? Lloraba y lloraba, me preguntó varias veces si de
veras no la iba a echar, pobrecita, me
imagino las angustias que pasó. Matilde quisiera recordarle que ella le
insistió para que le hablara antes pero calla. ¿Sabe que yo sé? No me comentó nada, supongo que no. Ella se queda
reflexionando. No sabe cómo actuar. No me
alcanzo para mí misma piensa. ¿Qué te
parece que haga? pregunta. Su padre la mira sonriendo. ¡Si no lo sabés vos! dice y luego de un rato le acaricia el cabello.
Marcelo
está mirando a Las leonas cuando
Federico irrumpe en el living. ¡Caca!
dice el nene. Él se queda desconcertado. ¿Cuándo fue la última vez que cambió
un pañal? Avisale a Matilde indica. ¿Os no saés? ¿Cuándo fue la última vez
que se sintió tan pelotudo? Apaga el televisor y se levanta. El nene le tiende
la manito.
En
cuanto se enciende la luz Agustina libera su mano. Salen comentando la
película. Entretenida después de todo. Caminan hablando de los actores. Sin
rozarse, casi sin mirarse. A medida que se acercan a su casa ella se pone más
nerviosa. Busca aumentar la distancia. En la esquina dice chau y sale corriendo. Nunca en su vida se sintió más idiota. Las
lágrimas le corren por la cara. Ya en la puerta busca una carilina. Ojalá que
Matilde no esté.
Matilde
entra al cuarto de Lorena, el piso lleno de papelitos. ¿A qué están jugando? pregunta. Al
supermercado contesta Sofía estamos
recortando las mercaderías. A ella le sorprende el vocablo. ¿Y ya se puede comprar? Obvio contesta
Lorena dale, sentate. Ella obedece. Señora, ¿qué le puedo ofrecer? propone
Sofía. Está grande la flaca piensa,
observa las figuritas y pide dos paquetes
de manteca, por favor. Con mucho gusto. A ella le causa tanta gracia que le
tira del pelo. ¡Siempre bruta vos! se
queja la nena.
Agustina
encuentra a su padre intentando desabrocharle el jardinero a Federico. Culpa,
es su primer sentimiento. Dejá, yo me
ocupo dice tirando el morral al piso. Él se aparta al instante. El nene
empieza a llorar ¡Papá!, ¡papá! pide.
A ella le da rabia y le tironea de la ropa. Su padre se queda parado junto al
cambiador. Andá, no más indica ella,
molesta. Miro así aprendo replica él.
Federico agita las patitas y ríe.
Matilde
deja a las nenas en la bañadera y va a la cocina. Ramona dejó preparado un
vacío. Le dijo que lo cocinara unos quince minutos. Enciende el horno y corta
unos tomates. Abre la heladera buscando albahaca. Sí, hay. Hará una caprese. A
su papá le encanta.
Lorena ya está bien me salpica y todo qué
suerte porque si le pasa algo yo me mato.
Marcelo
escucha el jolgorio. Se asoma al baño. Las nenas chapotean. Dependen de mí, son mis hijas piensa y
lo abruma el peso de su responsabilidad.
Agustina
está tirada en la cama. ¿Qué pensará
Gonzalo de ella? Se cubre la cara con ambas manos. Vibra el celular. Se le
para el corazón. Pero no es él. Vení a
poner la mesa. No quiere ver a su hermana. Le lleva cinco minutos juntar
fuerzas para levantarse.
Agus me pidió que lo cuide a Fede me
pidió a mí no a Lorena porque yo soy más grande.
Matilde
saca la asadera del horno. Pincha la carne. Sale rojo. Ramo habrá dicho quince minutos pero a esto le falta. Agustina
entra a la cocina. Abre la alacena, saca los platos. Ella recién recuerda su
salida. Qué raro que se olvidó. Che,
¿cómo te fue? La peli era bastante buena. Y a quién le importa la película, te
pregunto cómo te fue a vos, ¿pasó algo? No contesta su hermana buscando
ahora los vasos. ¿No te dijo nada? Por
qué no te dejás de joder. Agustina sale con la bandeja. Ella cierra el
horno y la sigue. ¿Te pasó algo? le
pregunta. Los ojos de su hermana se llenan de lágrimas. Dale, contame.
Marcelo
baja con Federico alzado. Las nenas detrás de él. La mesa puesta. Las fuentes
esperando. ¡Qué eficiencia! comenta ya se pueden casar. Por la mirada de
Matilde descubre que erró con el comentario. La cena transcurre en armonía.
Lorena come, Sofía come. Él pregunta. ¿Qué
tal, chicas, los libros? Craso error porque Sofía comenta el mío se trata de una nena que se entera de
que es adoptada. Una cuchara cae al piso. Él observa a Lorena: está
desencajada. Si seré pelotudo piensa compré lo que me aconsejó el vendedor y ni
los miré. Matilde, rápidamente, explica Agus,
papá le regaló unos libros a los chicos,
a nosotras nos llevará a la librería. Él nunca utilizó el plural. Matilde me lee el pensamiento. La
conversación toma otro rumbo. El rostro de Lorena se va recomponiendo.
Estoy leyendo en la cama y viene Lore y
me pregunta si se puede quedar le digo que sí aunque ocupa mucho espacio le digo
si quiere que lea en voz en alta y me
contesta si lees tu libro me voy qué raro ella siempre me pide.
Matilde
se ducha, se pone el piyama y se mete en el cuarto. Instantes después aparece
Agustina. ¿Vemos una peli? pregunta.
Ella está a punto de cargarla pero se arrepiente. Dale contesta ¿qué? Busquemos
en Netflix propone su hermana.
Marcelo
no puede dormir. Decide bajar a tomar un vaso de vino. De regreso, recorre los
pasillos. Todas las puertas entornadas. Federico duerme abrazado a su oso.
Lorena con Sofía. Una en la cabecera y
otra en los pies. Las tapa como puede. Las dos mayores en la cama de Matilde.
Tratando de no hacer ruido les apaga la computadora. Se mete en su cuarto. Sí,
es muy duro dormir solo.
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