sábado, 22 de abril de 2017

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Marcelo, de pronto, recuerda los libros. Sofía indica por favor traeme la bolsa que está colgada en el perchero. La nena obedece. Él intenta recordar cuál era para quién. Entreabre los papeles. Les traje un regalo comunica. Él percibe la sorpresa en los cuatro pares de ojos. Les entrega los paquetes a los tres menores. Está por decirle a Matilde te voy a dar el dinero para que compres el que prefieras pero cambia de opinión. Cuando quieras vamos juntos a la librería así elegís vos propone. Dale dice la chica justo ayer terminé uno. ¿Cuál era? Demián. Yo a tu edad adoraba a Herman Hesse, ¿ya leíste Narciso y Goldmundo? Ella niega con la cabeza. Entonces vamos a comprar ese, estoy seguro de que te va a encantar. Sofía se acerca sonriendo. Hace mucho que no la veía sonreír descubre él. ¡A mí me encanta este! exclama la nena, se queda mirándolo un rato y agrega gracias, papá. ¿No me merezco un beso? La nena sonríe y baja a vista. Él la abraza. Federico se acerca enarbolando su librito. ¡Eémelo, papi! Él lo sienta sobre la falda y comienza. Cuando levanta la vista se cruza con la mirada de Lorena. ¿Y a vos no te gustó el tuyo? pregunta. La nena asiente con la cabeza. ¿Y mi beso? Desde lejos le tira un beso con la manito. A él se le estruja el corazón.


 Entran al cine. Escuadrón suicida. A ella no le gustan las películas de acción pero le dijo a Gonzalo que sí. Se ubican. En cuanto comienza la película, él le toma la mano. Ella no sabe qué hacer. Así permanecen hasta que en la pantalla aparece el The End.


Mi papi me regaló un libro a mí también me regalo aunque él ya sabe que no soy su hija.


Papá me dio un abrazo me parece que antes nunca me abrazó.


Matilde consigue que las nenas se hagan cargo de Federico. Suben los tres, un libro en la mano de cada uno. Le mandó mensaje a Mariano. Por suerte no se enojó. Su papá se instaló en el sillón del living, jazz en el equipo, leyendo. Ella piensa que sería lindo tirarse en la alfombra junto a él, pensar en nada. Hace una mueca: Lorena es la que cuenta. ¿Estás ocupado? pregunta. Él baja el libro y se saca los anteojos. No, para nada, veni, sentate dice señalando el sillón contiguo. Ya ubicada pregunta ¿qué le dijiste a Lorena? Su padre suspira. Ella, por un segundo, lamenta incomodarlo pero la que ahora importa es su hermanita. Le expliqué que hicimos unos análisis de sangre que demuestran que ella no es mi hija biológica, pero que sigue siendo mi hija del corazón, que nada va a cambiar, que esta sigue siendo su casa, yo su papá y ustedes sus hermanos; que cuando sea grande, si le interesa, buscaremos a su verdadero padre, pero que para eso falta mucho y solo va a suceder cuando ella lo desee y esté preparada. Matilde lo observa azorada. ¿Ese es su papá? Ella no hubiera podido explicárselo mejor. ¿Y cómo reaccionó? Lloraba y lloraba, me preguntó varias veces si de veras no la iba a echar,  pobrecita, me imagino las angustias que pasó. Matilde quisiera recordarle que ella le insistió para que le hablara antes pero calla. ¿Sabe que yo sé? No me comentó nada, supongo que no. Ella se queda reflexionando. No sabe cómo actuar. No me alcanzo para mí misma piensa. ¿Qué te parece que haga? pregunta. Su padre la mira sonriendo. ¡Si no lo sabés vos! dice y luego de un rato le acaricia el cabello.


Marcelo está mirando a Las leonas cuando Federico irrumpe en el living. ¡Caca! dice el nene. Él se queda desconcertado. ¿Cuándo fue la última vez que cambió un pañal? Avisale a Matilde indica. ¿Os no saés? ¿Cuándo fue la última vez que se sintió tan pelotudo? Apaga el televisor y se levanta. El nene le tiende la manito.


En cuanto se enciende la luz Agustina libera su mano. Salen comentando la película. Entretenida después de todo. Caminan hablando de los actores. Sin rozarse, casi sin mirarse. A medida que se acercan a su casa ella se pone más nerviosa. Busca aumentar la distancia. En la esquina dice chau y sale corriendo. Nunca en su vida se sintió más idiota. Las lágrimas le corren por la cara. Ya en la puerta busca una carilina. Ojalá que Matilde no esté.


Matilde entra al cuarto de Lorena, el piso lleno de papelitos. ¿A qué están jugando? pregunta. Al supermercado contesta Sofía estamos recortando las mercaderías. A ella le sorprende el vocablo. ¿Y ya se puede comprar? Obvio contesta Lorena dale, sentate. Ella obedece. Señora, ¿qué le puedo ofrecer? propone Sofía. Está grande la flaca piensa, observa las figuritas y pide dos paquetes de manteca, por favor. Con mucho gusto. A ella le causa tanta gracia que le tira del pelo. ¡Siempre bruta vos! se queja la nena.


Agustina encuentra a su padre intentando desabrocharle el jardinero a Federico. Culpa, es su primer sentimiento. Dejá, yo me ocupo dice tirando el morral al piso. Él se aparta al instante. El nene empieza a llorar ¡Papá!, ¡papá! pide. A ella le da rabia y le tironea de la ropa. Su padre se queda parado junto al cambiador. Andá, no más indica ella, molesta. Miro así aprendo replica él. Federico agita las patitas y ríe.


Matilde deja a las nenas en la bañadera y va a la cocina. Ramona dejó preparado un vacío. Le dijo que lo cocinara unos quince minutos. Enciende el horno y corta unos tomates. Abre la heladera buscando albahaca. Sí, hay. Hará una caprese. A su papá le encanta.


Lorena ya está bien me salpica y todo qué suerte porque si le pasa algo yo me mato.


Marcelo escucha el jolgorio. Se asoma al baño. Las nenas chapotean. Dependen de mí, son mis hijas piensa y lo abruma el peso de su responsabilidad.


Agustina está tirada en la cama. ¿Qué pensará Gonzalo de ella? Se cubre la cara con ambas manos. Vibra el celular. Se le para el corazón. Pero no es él. Vení a poner la mesa. No quiere ver a su hermana. Le lleva cinco minutos juntar fuerzas para levantarse.


Agus me pidió que lo cuide a Fede me pidió a mí no a Lorena porque yo soy más grande.


Matilde saca la asadera del horno. Pincha la carne. Sale rojo. Ramo habrá dicho quince minutos pero a esto le falta. Agustina entra a la cocina. Abre la alacena, saca los platos. Ella recién recuerda su salida. Qué raro que se olvidó. Che, ¿cómo te fue? La peli era bastante buena. Y a quién le importa la película, te pregunto cómo te fue a vos, ¿pasó algo? No contesta su hermana buscando ahora los vasos. ¿No te dijo nada? Por qué no te dejás de joder. Agustina sale con la bandeja. Ella cierra el horno y la sigue. ¿Te pasó algo? le pregunta. Los ojos de su hermana se llenan de lágrimas. Dale, contame.


Marcelo baja con Federico alzado. Las nenas detrás de él. La mesa puesta. Las fuentes esperando. ¡Qué eficiencia! comenta ya se pueden casar. Por la mirada de Matilde descubre que erró con el comentario. La cena transcurre en armonía. Lorena come, Sofía come. Él pregunta. ¿Qué tal, chicas, los libros? Craso error porque Sofía comenta el mío se trata de una nena que se entera de que es adoptada. Una cuchara cae al piso. Él observa a Lorena: está desencajada. Si seré pelotudo piensa compré lo que me aconsejó el vendedor y ni los miré. Matilde, rápidamente, explica Agus, papá le regaló unos libros a los chicos, a nosotras nos llevará a la librería. Él nunca utilizó el plural. Matilde me lee el pensamiento. La conversación toma otro rumbo. El rostro de Lorena se va recomponiendo.


Estoy leyendo en la cama y viene Lore y me pregunta si se puede quedar le digo que sí aunque ocupa mucho espacio le digo si quiere que lea en voz en alta y  me contesta si lees tu libro me voy qué raro ella siempre me pide.


Matilde se ducha, se pone el piyama y se mete en el cuarto. Instantes después aparece Agustina. ¿Vemos una peli? pregunta. Ella está a punto de cargarla pero se arrepiente. Dale contesta ¿qué? Busquemos en Netflix propone su hermana.


Marcelo no puede dormir. Decide bajar a tomar un vaso de vino. De regreso, recorre los pasillos. Todas las puertas entornadas. Federico duerme abrazado a su oso. Lorena con Sofía.  Una en la cabecera y otra en los pies. Las tapa como puede. Las dos mayores en la cama de Matilde. Tratando de no hacer ruido les apaga la computadora. Se mete en su cuarto. Sí, es muy duro dormir solo.



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