Marcelo
revisa su celular. El mensaje ya tiene media hora. Perdoname le pide a Feldman. Hola
lo atiende Matilde. ¿Llegó Bianchi?
Todavía no. ¿Cómo sigue Lorena? Maso, vomita a cada rato. ¿Precisás que vaya?
Por ahora no, cualquier cosa te aviso. Fijate en el cajón de mi mesa de luz, en
el fondo, en una cajita hay dinero. Corta. Una de mis hijas está enferma le explica a Feldman. ¿Cuántos hijos tiene? Cinco; solo el último
es varón. Marcelo comienza a sentirse inquieto. ¿Está bien que Matilde se
haga responsable? Recuerda los comentarios de Bianchi al respecto. Me retará piensa. ¿Vamos yendo? propone. Feldman se incorpora.
Matilde
escucha el timbre. Se mete una papa frita en la boca y corre a atender. Abre la
puerta. Bianchi le sonríe. Lorena ya no
depende de mí piensa tremendamente aliviada. Mientras suben lo pone al
tanto de lo sucedido. Cuando llegan, ella se adelanta. Lorena, mirá quién vino a verte. El terror regresa a la cara de su
hermana. Gorda, ¿qué te pasa? le
pregunta en voz baja. No quiero
responde la nena al tiempo que el médico ingresa a la habitación. La nena se
esconde debajo de las sábanas. Lorena,
¡no te hagas la tonta! pierde ella la paciencia. Bianchi le hace un gesto. No sabía que se trataba de un fantasma dice
son mis pacientes favoritos, siempre me
cuentan cosas interesantes y además casi nunca están muy enfermos porque son
muy fuertes. Matilde sonríe. Bianchi
es lo más. ¿Me haría el favor la fantasmita de sacar un brazo? Una manito
se asoma. El hombre se acerca y le toma el pulso. Como me imaginé este fantasma está sanísimo. Poco a poco la sábana
va bajando hasta que aparecen dos ojos asustados. Los fantasmas tienen muchas cosquillas dice Bianchi al tiempo que busca el cuello de Lorena. La
nena ríe. ¿Me quiere contar lo que le
está pasando, señorita fantasma? Matilde siente la mirada de su hermana. ¿Querés que me vaya? pregunta. La nena
asiente con la cabeza. Quién entiende a
esta pendeja piensa ella, fastidiada, mientras sale.
Yo no le quería contar al Doc no le
quería contar a nadie pero no me aguanté y le cuento y le pido que le diga a mi
papi que no me tire porque no soy su hija pero igual lo quiero y además ahora
me va bien en el cole y si no me tira me voy a portar mejor y no voy a comer
tanto me voy a hacer la cama los
domingos y el Doc me dice que no me preocupe pero seguro que me lo dice de
bueno y me toca la panza con sus manos grandes que están tan frías que me dan
risa casi seguro que el Doc me va a ayudar le voy a pedir a Ramo que me prepare
un té y por ahí capaz que hasta me como una galletita de agua.
En
cuanto llegan al Congreso se separan. Agustina se incorpora a su grupo de
amigas. ¿Viniste con Gonzalo? le
pregunta Valeria. Nos encontramos en la
parada responde ella. La chica ladea la cabeza. Demasiada casualidad, para mí que él te estaba esperando. Por
suerte la profesora las convoca. ¿Por qué
le mentí a mi mejor amiga? piensa ella e ingresa a la cámara de diputados.
No me gusta estar en la escuela sin
Lorena porque aunque la vea solo en los recreos si me pasa algo y necesito
verla sé dónde la puedo encontrar ojalá que lo de la panza sea porque comió
mucho pero esta mañana estaba muy mal mucho peor que la otra vez me parece que
nunca en la vida estuvo tan mal ojalá que no sea grave pero si es grave seguro
que el Doc la salva.
Marcelo
acompaña a Feldman hasta la parada del colectivo y luego comienza a caminar
hacia su oficina. Hasta que recuerda la cita con el ingeniero. Mira el reloj.
Segundos después detiene un taxi. Decile
que me espere teclea a su secretaria estoy
yendo. Después escribe ¿llegó
Bianchi? pero no obtiene respuesta. Las
malas noticias viajan pronto piensa para tranquilizarse.
¿Qué tiene mi hermana, Doc?
pregunta Matilde. Orgánicamente no le
encuentro nada. ¿Entonces? Lorena está muy angustiada. ¿Por qué?, ¿porque se
murió mamá? También por eso, por supuesto, pero, ¿sabés una cosa? Bianchi
le acaricia la cabeza no sos vos la que
se tiene que hacer cargo, prefiero hablar con tu papá. ¿Querés que lo llame? No
te preocupes, yo después me comunico. ¿Y qué hago con la nena? Bianchi,
ahora, le roza la mejilla. Cómo creciste
Matilde, demasiado para mi gusto comenta con una sonrisa creo que Lorena no tiene nada, que coma
liviano por las dudas, pero ninguna indicación más. Ella lo acompaña hasta
la puerta. ¡Ah!, Doc, me olvidaba,
¿cuánto te debo? Después lo arreglo con tu papá. Pero él me dejó la plata. ¡Qué
hueso duro de roer! No te entiendo. Vos tranquila, yo me arreglo con tu papá. El
hombre la besa y ella, en un impulso, lo abraza. Bianchi la aprieta fuerte.
Por suerte la gorda está mejor porque el
Doc es mágico y Ramo me preparó bizcochuelo y como dos pedazos porque hoy en la
escuela no comí nada eso que había milanesas.
Matilde
lee el mensaje. Contesta con fastidio Bianchi
dijo que quiere hablar con vos. Instante después ¿Tiene algo serio? El fastidio troca a rabia ¿por qué no le preguntás a él? Está por agregarle es tu hija no la mía cuando se
arrepiente. Su rabia muta, ahora, a una profunda lástima. Pobre papá piensa. ¡Mati,
vení! grita Sofía quiero mostrarte la
prueba. Entra a la cocina impregnada de aroma a limón. ¡Hoa, Mati! la recibe Federico. Ella le pellizca un cachete. ¡Ay! protesta el nene riendo. Mientras
mira el cuaderno de Sofía escribe ¿a qué
hora venís?, ¿necesitás que te vaya a buscar? Instantes después recibe no, gracias, viajo con Gonzalo. Ella
sonríe a solas. Portate bien teclea. No me jodas contesta su hermana pero agrega
al final una carita feliz. ¿Qué hacés? le
escribe a Mariano. No quiere que se enoje. La llamó cuando estaba con Bianchi y
todavía no le contestó. Sofía protesta ¡mirá
el cuaderno! Lorena grita desde arriba ¿puedo
bajar? ¡Hoa, Lore! grita Fede a su vez.
¿Querés más café? le pregunta
Ramona. Matilde se siente tremendamente viva.
¿Está el doctor Bianchi?
pregunta Marcelo. Segundos después la secretaria le informa dice el doctor si puede pasar, estará en el
consultorio hasta las diecinueve. Marcelo mira el reloj. Suspenderá la
reunión. De acuerdo, avísele que estaré
por allí alrededor de las seis. Marcelo corta más preocupado de lo que
discó. Voy a ver a Bianchi le escribe
a Matilde. Le da instrucciones a su secretaria que lo mira muy enojada y sale. ¿Qué tendrá la nena?
Agustina
camina con Gonzalo rumbo a su casa. Hablan de la visita realizada. Me encantaría ser político dice él en mi familia todos son radicales, mi abuelo
fue diputado. ¿Qué son en mi familia? piensa Agustina. Ni la menor idea. De eso no se habla. ¿De qué se habla?, ¿de qué hablaban mamá y papá?, con nosotras,
de nada. Se siente tonta. Avergonzada. Ojalá que Gonzalo no le pregunte
nada. Ya están en la esquina de su casa. ¿Te
puedo hacer una pregunta? interrumpe el chico sus pensamientos. Ella
quisiera desaparecer. Otro día dice y
cruza corriendo.
¿Lorena tiene algo grave?
pregunta Marcelo en cuanto se sienta. Depende
de cómo lo consideremos contesta Bianchi. Él siente un nudo del estómago.
Últimamente todo sale mal. No quiere escuchar por eso permanece en silencio. No le encontré nada físico. El alivio de
Marcelo es instantáneo. Dura poco porque el médico continúa pero esa criatura está profundamente
angustiada. Él sabe que Bianchi lo va a retar, siempre lo reta. Ayer te escuchó hablando por teléfono. Él
recuerda la conversación con Fernando. Cierra los ojos. Lorena está desesperada porque piensa que vos la vas a echar, que va a
perder su casa, sus hermanos; intenté tranquilizarla, no sé si lo logré. Él
siente en el cuerpo el miedo de la nena. Pobrecita
piensa. ¿Le contaste a Matilde? No, me
preguntó, por supuesto, pero le dije que no era su responsabilidad, es una
chiquilina, demasiadas cargas sobre su espalda. Ya sabía él que no se
libraría de los golpes.
Matilde
recibe el mensaje. Papá ya se ocupó
piensa, extrañada. Bianchi tocó a Lorena con una varita mágica: ya tiene mejor
aspecto. Mira el reloj. Hace más de dos
horas que no vomita evalúa. ¿Qué habrá detectado Bianchi que no quiso
compartirlo con ella? Mezcla de irritación y alivio. Me dejó de lado dictamina parece
que el Doc es el único en esta casa que considera que no soy lo suficientemente
grande.
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