24 Viernes
Matilde
abre los ojos. Su padre frente a ella murmura ya es la hora. Ella se incorpora. Le duele todo el cuerpo. Se
acerca a Lorena. Duerme, aparentemente
tranquila. Mejor que no vaya al cole piensa. Va a su cuarto y busca la ropa.
Marcelo
toma su café. Matilde entra a la cocina. Buen
día dice la chica. Hoy saludó
piensa él albricias. Luego de un rato
él le pregunta ¿y Agustina? Tiene visita
al Congreso, va directamente. ¿Y Lorena? Creo que durmió bien, vemos cómo pasa
la mañana y cualquier cosa al mediodía llamo a Bianchi. A él, como siempre,
la asombra su aplomo. No quiere imaginarse cómo hubiera sido estar sin Diana y
sin la presencia de esta chica. En el
momento de salir la chiquilina indica Ramo,
dale solo un té, si vuelve a vomitar me avisás. Quedate tranquila, Mati, yo me
ocupo, seguro que se dio un atracón. Ah, que Sofía vaya igual al colegio,
seguro que te hace historia cuando ve que Lorena se queda; Agus tiene que salir
a las diez, que no se quede dormida. Sí, Matilde, es imprescindible. Él se siente tremendamente vulnerable.
Papá, te pasaste informa
Matilde cuando el auto ya está en la esquina del colegio. La sacude el chirrido
de los frenos. Perdón pide su padre.
Ella lo observa. Tiene mala cara. ¿Te
sentís bien? pregunta. Él, ambas manos apoyadas sobre el volante, la mira
en silencio. ¿Te pasa algo? insiste.
Ella puede percibir la lentitud con que se abren los labios de su papá. Alberto es B informa al fin. ¡Yo sabía! exclama ella orgullosa de sí
misma. Su padre la mira con tanta desolación que ella se avergüenza de su
entusiasmo. Lo lamento atina a decir
y se baja del auto. Es mi culpa
determina mientras descubre a Mariano que se acerca hacia ella. No quiere
verlo. Precisa estar sola.
No me gusta venir sola en el micro la
gorda siempre me charla sin la gorda me falta algo porque Lore es mi más
hermana.
Agustina
se despereza. Qué maravilloso despertarse a las nueve. Camino al baño pasa por
el cuarto de Lorena. La nena duerme. Sí, mejor que no haya ido a la escuela. ¡Aus!. ¡ya ormí! la detecta Federico. A levantarse dijo la rana le canta ella
mientras lo saca de la cuna. ¡Estoy
subiendo! grita Ramona. Se está lavando los dientes cuando suena su
celular. ¿Querés que vayamos juntos?
propone Gonzalo. Dale contesta ella ¿dónde nos encontramos? ¿Te paso a buscar en
30? Es un caballero hubiera dicho su mamá y está muerto por vos Matilde. Ella solo sonríe.
Recién vino Agus pero me hice la dormida
ya se fueron todos menos mal con Ramo y Fede estoy segura ellos no pueden
hacerme nada.
Suena el
timbre. Matilde sale al recreo. ¿Cómo
está Lorena? le escribe a Ramona. Sigue
con náuseas pero no vomitó. Mariano se le acerca. ¿Querés comer algo en Mac a la salida? Ella evalúa la situación.
Ideal porque Agustina no está. Luego recuerda a Lorena. No puedo, mi hermanita se siente mal, tengo que ver si llamo al médico.
¿Por qué vos? le pregunta el chico. ¿Porque
mi mamá se murió? contesta ella fastidiada. Perdoname pide él soy un
boludo. Sí, a veces lo es.
Agustina
se mira en el espejo antes de salir. Me
voy, Ramo saluda desde la puerta. ¿Sabés
bien cómo ir? pregunta la mujer acercándose. Me fijé en Internet. Claro, ahora se las saben todas dice Ramo
besándola cuidate mucho y avísame cuando
llegues. Ella, por la ventana, divisa a Gonzalo en la esquina. Chau saluda. ¡Tau, Aus! dice Federico tirándole los bracitos. Ella se agacha y
lo abraza. Luego sale corriendo.
Marcelo
termina la clase. Propensión marginal al
consumo. Lo fastidia ver la cola de muchachos. Sentada en el fondo Feldman
le hace una seña y sonríe. Él despacha lo más rápido que puede a los
consultantes y se acerca a la chica. Listo
dice. ¿Vamos al café de la esquina? propone
ella. Él dice que es muy ruidoso y pregunta ¿almorzamos?
Ella asiente sin mucha convicción.
¿En La Parolaccia? Debe de ser caro
dice la chica bajando la vista. El
entrevistado invita la tranquiliza él. Feldman se reanima. Muero por conocerlo. ¿A mí? le deja ella servido. Ambos ríen.
La seño me pide el boletín y le digo que
me olvidé y me reta y me dice que si mañana no lo traigo va a llamar a mi papá por
mí que lo llame total no va a venir.
De nuevo tengo ganas de gomitar suerte
que Ramo me dejó un balde y me vienen arcadas y gomito me quiero morir antes de
que me echen pero tengo miedo de morirme y de que me quemen para siempre en el
infierno
Mariano
la está esperando a la salida. Ya te dije
que no puedo dice Matilde irritada. El chico la mira muy serio. ¿Te enojaste? le pregunta. Ella bufa. No, pero estoy apurada. ¿Te puedo acompañar
a la parada? Ella se encoge de hombros y comienza a caminar. Él se reubica
para dejarla del lado de la pared. Tonto
pero educado se ríe para sí.
Él
encarga la comida. ¿Empezamos?
propone la chica. ¿Con el pan? bromea
él. Feldman ríe y abre su cuaderno.
Agustina
camina por Cabildo con Gonzalo. Él propuso tomar el subte y ella no se animó a
decirle que nunca había viajado sola. Yo
te saco ofrece él frente al molinete. Ella se siente absurdamente
reconfortada. Alguien se hace cargo de mí
piensa.
Matilde
abre la puerta. ¡Hola! grita. Solo se
acerca Federico. ¡Hoa, Mati! Ella le
pellizca los cachetes. Parecen dos manzanas. ¡Ay! protesta el nene. ¿Qué
hacés solito?, ¿y Ramo? le pregunta. Federico señala con un dedito
escaleras arriba. Ella lo toma de la mano y suben. Las encuentra en el baño.
Lorena, vomitando. ¿Por qué no me avisaste? le reclama ella a la mujer. Recién gomito la defiende la nena
incorporándose, la cara roja por el esfuerzo. Ni en Ramona puede apoyarse,
nadie decide en esa casa. Ya mismo llamo
a Bianchi informa. ¡No, porfi!
pide su hermana. Ella regresa al baño. Lore,
¿qué te pasa? Las lágrimas corren por la carita de la nena. Ramona la
abraza. La nena se entierra en su pecho.
Marcelo
ofrece ¿café? Dale contesta Feldman un par de preguntas más y lo dejo en paz.
Disfruté de la guerra comenta él llamando al mozo como diría Tolstoi no hay una sin la otra. Cortado, Pierre dice
ella y él piensa que, además de bonita e inteligente, parece ser culta. El mozo
se confunde al depositar las tazas. Él le ofrece la apropiada su cortado, condesa Natasha. Ella
responde con una elegante inclinación de cabeza.
El subte
vacío, por suerte. Se sientan juntos, en silencio. Agustina percibe el
innecesario roce de la pierna de Gonzalo pero no se aparta.
Matilde
evalúa si debe avisar a su padre. Sí,
corresponde decide. Está por llamarlo cuando decide escribirle. Lorena sigue vomitando mucho. Bianchi está
en camino. ¿Con qué pago? Mati, ¡a comer! le grita Ramona desde abajo. Ella
se agacha junto a la cama de su hermana. Voy
a comer algo y vuelvo. ¿Lo llamaste al Doc? pregunta con los ojos abiertos
de par en par. Ni que te fuera a pegar,
tratá de dormir un rato dice ella y sale. ¡Mati!, ¡Mati! grita Federico desde el pie de la escalera hay poiito. Cómo está creciendo este
pendejo. Abre los brazos simulando un avión. ¡Allá voy! El nene ríe a carcajadas.
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