Matilde
espera que Agustina vaya a acostar a
Federico y se mete en el cuarto de sus padres. Busca la silla y repite el
procedimiento. Baja la caja y para apurar el trámite se la lleva completa. Se
encierra en su cuarto.
Agustina
logra que Federico se duerma. Va al baño. Cuando se baja la bombacha descubre
una mancha de sangre. Se marea. Se agarra con ambas manos de la tapa del
inodoro. No tengo mamá es su primer
pensamiento. Se queda unos minutos sin saber qué hacer. ¿Matilde o Ramona? Mejor mi hermana decide. Pero no se
anima a levantarse. Por suerte trajo el celular.
Matilde
ya revisó casi todas las agendas. Todos los calendarios tachonados de círculos,
salvo los meses correspondientes a los embarazos. Nunca un cuadrado a mitad de
ciclo. En eso está cuando suena el celular. WhatsApp de Agustina. Qué extraño. Estoy en el baño, vení solo dice.
Matilde se asusta y sale corriendo.
Agustina,
los ojos cerrados, escucha los golpes. Entrá
dice, muerta de vergüenza. Matilde abre y cierra la puerta antes de que ella se
anime a mirarla. ¿Qué te pasó?
pregunta su hermana. Agustina siente que las lágrimas le ruedan por las
mejillas. Matilde se arrodilla. No seas
tontita le dice y luego agrega qué
suerte, ahora somos dos.
El
bullicio de las nenas contando de la escuela se mezcla con el parloteo
indescifrable de Fede mientras desmenuza las galletitas en la leche. Pero hoy
no tiene ganas de retarlo. ¿Soy la misma?
se pregunta. En cuanto termine de merendar la llamará a Valeria. De pronto
recuerda el distanciamiento y se le encoge el alma. Se prometió que no sería
ella la que aflojara pero necesita contarle. ¿Te sentís bien, Agus? pregunta intempestivamente Ramona estás pálida. Segundos después agrega y ahora colorada, ¿tendrás fiebre?
pregunta la mujer mientras se acerca y le roza la frente. No me pasa nada contesta ella, la vista baja. ¿Seguro? Cuando la sube
descubre a Matilde las cejas levantadas, el dedo cruzado sobre los labios en
señal de silencio. Mira entonces a Ramona. Sonríe.
Agus está rarísima ni le preparó la
leche a Fede Ramo también se dio cuenta capaz está de la panza como antes yo.
Escuché a Agus que hablaba por teléfono
con Vale y lloraba seguro que se pelearon.
Marcelo
está hablando con el abogado. Una sucesión con menores siempre es complicada.
Para vender el auto tiene que tener autorización judicial. Quizá lo pueda conservar para Matilde piensa. Diana amaba su coche.
Seguramente a ella le hubiera gustado que lo heredara su hija. Heredar. En la palabra contenido todo el
horror. Porque Diana se murió. Le duelen las costillas al admitirlo. Le pide a
Silvetti que le dé un poco de tiempo. Todavía no está para internarse en más
trámites.
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