miércoles, 22 de febrero de 2017

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Matilde espera que  Agustina vaya a acostar a Federico y se mete en el cuarto de sus padres. Busca la silla y repite el procedimiento. Baja la caja y para apurar el trámite se la lleva completa. Se encierra en su cuarto.


Agustina logra que Federico se duerma. Va al baño. Cuando se baja la bombacha descubre una mancha de sangre. Se marea. Se agarra con ambas manos de la tapa del inodoro. No tengo mamá es su primer pensamiento. Se queda unos minutos sin saber qué hacer. ¿Matilde o Ramona? Mejor mi hermana decide. Pero no se anima a levantarse. Por suerte trajo el celular.


Matilde ya revisó casi todas las agendas. Todos los calendarios tachonados de círculos, salvo los meses correspondientes a los embarazos. Nunca un cuadrado a mitad de ciclo. En eso está cuando suena el celular. WhatsApp de Agustina. Qué extraño. Estoy en el baño, vení solo dice. Matilde se asusta y sale corriendo.


Agustina, los ojos cerrados, escucha los golpes. Entrá dice, muerta de vergüenza. Matilde abre y cierra la puerta antes de que ella se anime a mirarla. ¿Qué te pasó? pregunta su hermana. Agustina siente que las lágrimas le ruedan por las mejillas. Matilde se arrodilla. No seas tontita le dice y luego agrega qué suerte, ahora somos dos.


El bullicio de las nenas contando de la escuela se mezcla con el parloteo indescifrable de Fede mientras desmenuza las galletitas en la leche. Pero hoy no tiene ganas de retarlo. ¿Soy la misma? se pregunta. En cuanto termine de merendar la llamará a Valeria. De pronto recuerda el distanciamiento y se le encoge el alma. Se prometió que no sería ella la que aflojara pero necesita contarle. ¿Te sentís bien, Agus? pregunta intempestivamente Ramona estás pálida. Segundos después agrega y ahora colorada, ¿tendrás fiebre? pregunta la mujer mientras se acerca y le roza la frente. No me pasa nada contesta ella, la vista baja. ¿Seguro?  Cuando la sube descubre a Matilde las cejas levantadas, el dedo cruzado sobre los labios en señal de silencio. Mira entonces a Ramona. Sonríe.


Agus está rarísima ni le preparó la leche a Fede Ramo también se dio cuenta capaz está de la panza como antes yo.


Escuché a Agus que hablaba por teléfono con Vale y lloraba seguro que se pelearon.



Marcelo está hablando con el abogado. Una sucesión con menores siempre es complicada. Para vender el auto tiene que tener autorización judicial. Quizá lo pueda conservar para Matilde piensa. Diana amaba su coche. Seguramente a ella le hubiera gustado que lo heredara su hija. Heredar. En la palabra contenido todo el horror. Porque Diana se murió. Le duelen las costillas al admitirlo. Le pide a Silvetti que le dé un poco de tiempo. Todavía no está para internarse en más trámites.

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