Matilde
se sienta en el piso. Ordena los álbumes por fecha y abre el primero. Un
retrato a página completa de su mamá. Queda sobrecogida. Su mamá era más que
bella. Luego del primer impacto regresa sobre la imagen. ¿Me parezco en algo? se pregunta. Busca en el celular entre sus
fotos hasta que encuentra una en posición similar. Pone la pantalla al lado de
los veinte años de su madre. Va comparando rasgo por rasgo. Por separado todos
son similares. Hasta demasiado similares. Sin embargo no se descubre en el conjunto.
Mamá tenía… No encuentra la palabra. ¿Brillo?, ¿luz? Algo que partía de su
rostro pero lo trascendía. Cuando su mamá entraba a un lugar era imposible
obviar su energía. Se apoderaba de mí
determina. Da vuelta la hoja. Su papá ahora. ¿Qué tendría? Saca
cálculos. Unos treinta y cinco.
También se impresiona. Tenía toda la
onda. Con razón que consiguió a su mamá a pesar de la diferencia de edad.
Busca en su celular una foto de él actual. El día que fueron al cine. Amplía su
rostro. A pesar de sí misma tiene que reconocer que sigue siendo un hombre….
Busca otra vez la palabra que se le escapa. ¿Interesante?,
¿atractivo?, ¿buenmozo? Una vez
Rocío le comentó que parecía un actor. El
problema no es por fuera piensa. En la tercera están juntos. Él la mira que
parece que se deshace. Da vuelta con rabia. Sigue mirando. Hasta que se topa
con su madre embarazada. De mí
piensa. Se la ve radiante. Luego entrando ella en escena. Qué raro verse tan
pequeñita. Obvio que ya las conocía pero hoy es otro el impacto. Observa a su
madre. Parece una chica con una muñeca nueva. Su padre solo aparece en alguna
que otra foto mal sacada. Evidentemente él era el fotógrafo. La sorprende
pensar que su padre tuvo que invertir muchos minutos de su ¨valioso¨ tiempo
tras la cámara para pescarle una sonrisa. En el siguiente álbum hace aparición
Agustina. Qué hermosa beba. La pelusa rubia formando un halo alrededor de la
cabecita redonda. Y desde principio esa sonrisa que derrite el hielo como decía su mamá. Ya no le parece una
chiquilina. Se la ve… orgullosa
define. Siempre fue especial con Agustina su mamá. Ella muy seria, la mano en
la boca, asomándose a la cunita. Esa era
la hermana con la cual hoy compartió las hamburguesas. Algo se le afloja
adentro. Hojea rápido hasta llegar al nacimiento de Sofía. Una beba pequeñita y
oscura define. Los ojitos como
brasas. El rostro de su madre se va animando a medida que transcurren las
imágenes. Parece divertida. Matilde
disminuye ahora, la velocidad de avance. Más allá de ellas cuatro, alguna
imagen fuera de foco de su padre, algunas de sus padres con dos parejas de
amigos, es una constante la presencia de su abuela. Sin embargo a ella le falta
el registro interno de dicha presencia. Quizá porque cuando su abuela venía su
madre se eclipsaba como madre, pura hija. Tiene que reconocer que su padre fue
bastante constante. Por más que el caudal de fotos fue disminuyendo ha seguido
registrado con cierta frecuencia la evolución de la familia. Ya imágenes de su
madre embarazada de Lorena. Ellas tres merodeando sin ser nunca el centro.
Matilde revisa, ahora, las fotos desde esa óptica. Siempre su madre en el
centro de la escena. Claro, las sacó papá reflexiona. Su
madre que meses anteriores se veía
radiante, comienza a opacarse a medida que la panza le crecía. Luego escasas
fotos del nacimiento. En el sillón del sanatorio, las cuatro. Ella sosteniendo,
orgullosa, a la hermanita. Ni una de Lorena con la mamá. Un primer plano de la
beba. Carita redonda. Siempre cachetona
la gorda piensa con una sonrisa. Más adelante fotos de Lorena con Ramona.
Otra de ella sosteniendo a la hermanita
que la mira. ¿Mi hermanita? Solo
un instante de infinito desconcierto. Luego piensa, aliviada, que sigue siendo
su hermana. La madre en común. Se le llenan los ojos de lágrimas. Cierra el
álbum. Pobrecita. La aguda necesidad
de abrazarla.
Marcelo
aparta los papeles. Está cansado. Hace horas que trabaja sin pausa alguna.
Satisfecho también. Logró ajustar varias diferencias. Se echa hacia atrás en el
respaldo y bosteza. Momento en el que se le aparece el rostro de Matilde. Se
endereza involuntariamente. Se había olvidado. De ella, de Lorena, de Diana, de
todo. Bendito trabajo. Mira el reloj: por suerte todavía es temprano. Retoma
las liquidaciones.
Matilde ni me mira suerte que Agustina
se olvida un poco de Fede y me insiste para que coma está bueno el bizcochuelo
que hizo Ramo.
Matilde está más que rara no para de
hacerme bromas capaz está contenta porque como me curé de la panza ya no tiene
que ocuparse más de mí.
Matilde
comprueba que sus hermanas están distraídas y se cuela en el cuarto de sus
padres. Abre el placard: sigue la ropa de su mamá. Tendrá que tomar una
decisión al respecto. Nada se mueve en
esta casa si yo no me ocupo. De todos modos, debería consultarlo con su
padre. Capaz se enoja. Por lo que me
importa. Levanta la vista. En el estante superior varias cajas. Ni siquiera
sabe qué está buscando pero arrima una silla y se sube.
Agustina
ve como Matilde se mete en el cuarto de su mamá y cierra la puerta. Se llena de
rabia. Seguro que está revisando todo. Ella
no tiene ningún derecho a tocar tus cosas, mamá.
Hoy tengo ganas de verla a mami a veces
me decía dónde está mi lauchita flaquita y me hacía cosquilla muy de vez en
cuando claro pero a veces sí y hoy tengo muchas ganas de que alguien me lo
diga.
Marcelo
está preparando la clase de mañana. Recuerda a Feldman y sonríe. Flor dijo el chico. ¿Florencia? Le hace acordar a Diana. Igual de decidida. No tan
linda, claro. ¿Por qué se habrá sentado con él la chiquilina?, ¿estará buscando
que le suba las notas? No le hace falta reconoce
excelente estudiante. Diana también
era brillante. Una lástima que hubiera abandonado la carrera. Eso que él la
impulsó. Pero ella solo deseaba niños y más niños. No quiere pensar en Diana.
No va a pensar en Diana. Se sumerge en su clase. Tengo que deslumbrar a mi admiradora se burla de sí mismo.
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