miércoles, 15 de febrero de 2017

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Matilde se sienta en el piso. Ordena los álbumes por fecha y abre el primero. Un retrato a página completa de su mamá. Queda sobrecogida. Su mamá era más que bella. Luego del primer impacto regresa sobre la imagen. ¿Me parezco en algo? se pregunta. Busca en el celular entre sus fotos hasta que encuentra una en posición similar. Pone la pantalla al lado de los veinte años de su madre. Va comparando rasgo por rasgo. Por separado todos son similares. Hasta demasiado similares. Sin embargo no se descubre en el conjunto. Mamá tenía… No encuentra la palabra. ¿Brillo?, ¿luz? Algo que partía de su rostro pero lo trascendía. Cuando su mamá entraba a un lugar era imposible obviar su energía. Se apoderaba de mí determina. Da vuelta la hoja. Su papá ahora. ¿Qué tendría? Saca cálculos. Unos treinta y cinco. También se impresiona. Tenía toda la onda. Con razón que consiguió a su mamá a pesar de la diferencia de edad. Busca en su celular una foto de él actual. El día que fueron al cine. Amplía su rostro. A pesar de sí misma tiene que reconocer que sigue siendo un hombre…. Busca otra vez la palabra que se le escapa. ¿Interesante?, ¿atractivo?, ¿buenmozo?  Una vez Rocío le comentó que parecía un actor. El problema no es por fuera piensa. En la tercera están juntos. Él la mira que parece que se deshace. Da vuelta con rabia. Sigue mirando. Hasta que se topa con su madre embarazada. De mí piensa. Se la ve radiante. Luego entrando ella en escena. Qué raro verse tan pequeñita. Obvio que ya las conocía pero hoy es otro el impacto. Observa a su madre. Parece una chica con una muñeca nueva. Su padre solo aparece en alguna que otra foto mal sacada. Evidentemente él era el fotógrafo. La sorprende pensar que su padre tuvo que invertir muchos minutos de su ¨valioso¨ tiempo tras la cámara para pescarle una sonrisa. En el siguiente álbum hace aparición Agustina. Qué hermosa beba. La pelusa rubia formando un halo alrededor de la cabecita redonda. Y desde principio esa sonrisa que derrite el hielo como decía su mamá. Ya no le parece una chiquilina. Se la ve… orgullosa define. Siempre fue especial con Agustina su mamá. Ella muy seria, la mano en la boca, asomándose a la cunita.  Esa era la hermana con la cual hoy compartió las hamburguesas. Algo se le afloja adentro. Hojea rápido hasta llegar al nacimiento de Sofía. Una beba pequeñita y oscura define. Los ojitos como brasas. El rostro de su madre se va animando a medida que transcurren las imágenes. Parece divertida. Matilde disminuye ahora, la velocidad de avance. Más allá de ellas cuatro, alguna imagen fuera de foco de su padre, algunas de sus padres con dos parejas de amigos, es una constante la presencia de su abuela. Sin embargo a ella le falta el registro interno de dicha presencia. Quizá porque cuando su abuela venía su madre se eclipsaba como madre, pura hija. Tiene que reconocer que su padre fue bastante constante. Por más que el caudal de fotos fue disminuyendo ha seguido registrado con cierta frecuencia la evolución de la familia. Ya imágenes de su madre embarazada de Lorena. Ellas tres merodeando sin ser nunca el centro. Matilde revisa, ahora, las fotos desde esa óptica. Siempre su madre en el centro de la escena.  Claro, las sacó papá reflexiona. Su madre que meses anteriores  se veía radiante, comienza a opacarse a medida que la panza le crecía. Luego escasas fotos del nacimiento. En el sillón del sanatorio, las cuatro. Ella sosteniendo, orgullosa, a la hermanita. Ni una de Lorena con la mamá. Un primer plano de la beba. Carita redonda. Siempre cachetona la gorda piensa con una sonrisa. Más adelante fotos de Lorena con Ramona. Otra de ella sosteniendo a la hermanita  que la mira. ¿Mi hermanita? Solo un instante de infinito desconcierto. Luego piensa, aliviada, que sigue siendo su hermana. La madre en común. Se le llenan los ojos de lágrimas. Cierra el álbum. Pobrecita. La aguda necesidad de abrazarla.
 
 Agustina va a buscar a Matilde para merendar y la ve salir del cuarto cargada de álbumes. ¿Qué estuviste mirando? pregunta ella. No jodas le contesta su hermana. Su mamá siempre le decía Matilde tiene demasiado carácter. Decía también suerte que existís vos. Pobre mamá, era demasiado sensible.
 
Marcelo aparta los papeles. Está cansado. Hace horas que trabaja sin pausa alguna. Satisfecho también. Logró ajustar varias diferencias. Se echa hacia atrás en el respaldo y bosteza. Momento en el que se le aparece el rostro de Matilde. Se endereza involuntariamente. Se había olvidado. De ella, de Lorena, de Diana, de todo. Bendito trabajo. Mira el reloj: por suerte todavía es temprano. Retoma las liquidaciones.
 
Matilde ni me mira suerte que Agustina se olvida un poco de Fede y me insiste para que coma está bueno el bizcochuelo que hizo Ramo.
 
Matilde está más que rara no para de hacerme bromas capaz está contenta porque como me curé de la panza ya no tiene que ocuparse más de mí.
 
Matilde comprueba que sus hermanas están distraídas y se cuela en el cuarto de sus padres. Abre el placard: sigue la ropa de su mamá. Tendrá que tomar una decisión al respecto. Nada se mueve en esta casa si yo no me ocupo. De todos modos, debería consultarlo con su padre. Capaz se enoja. Por lo que me importa. Levanta la vista. En el estante superior varias cajas. Ni siquiera sabe qué está buscando pero arrima una silla y se sube.
 

 
 
Agustina ve como Matilde se mete en el cuarto de su mamá y cierra la puerta. Se llena de rabia. Seguro que está revisando todo. Ella no tiene ningún derecho a tocar tus cosas, mamá.
 
Hoy tengo ganas de verla a mami a veces me decía dónde está mi lauchita flaquita y me hacía cosquilla muy de vez en cuando claro pero a veces sí y hoy tengo muchas ganas de que alguien me lo diga.
 
Marcelo está preparando la clase de mañana. Recuerda a Feldman y sonríe. Flor dijo el chico. ¿Florencia? Le hace acordar a Diana. Igual de decidida. No tan linda, claro. ¿Por qué se habrá sentado con él la chiquilina?, ¿estará buscando que le suba las notas? No le hace falta reconoce excelente estudiante. Diana también era brillante. Una lástima que hubiera abandonado la carrera. Eso que él la impulsó. Pero ella solo deseaba niños y más niños. No quiere pensar en Diana. No va a pensar en Diana. Se sumerge en su clase. Tengo que deslumbrar a mi admiradora se burla de sí mismo.

 

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