Agustina no
consigue dormir a Federico. Su mamá lo dejaba llorando pero ella no puede, pobrecito. Antes también le daba pena y a
veces se lo llevaba un rato a la cama. Hasta que su mamá la descubrió y se
enojó. Fue la única vez que me pegó. Pero
tenía razón, no había que malcriarlo. Su
mamá, además, le apagaba la luz. El nene la llamaba Agu, Agu, llorando. Y hoy
no llora pero no se duerme y la mira. Porque ella no apagó la luz. Mañana le preguntará a Matilde si
puede llevar la cuna a su cuarto, aunque sea estos primeros días. No cree que a
su padre le importe porque a papá no le
importa nada.
No quiero dormir nunca más porque me vienen las
pesadillas y la escalera se rompe y me caigo al infierno y el diablo dice te
estaba esperando y me pincha con un tenedor gigante y aunque grito sé que nadie
me va a salvar porque me lo merezco.
No tengo sueño nunca tengo sueño y a veces la
escucho a mamá y bajo descalza para no hacer ruido y la encuentro en la cocina
y me pregunta si quiero un té y me lo hace y nos quedamos las dos sentadas y a
mí me gusta porque a veces me agarra la mano y dice pobre Sofi sos como yo te
cuesta dormir y yo quisiera que el tiempo durara para siempre porque cuando me
agarra la mano me vuelvo buena.
Matilde pone los
platos en el lavavajilla, termina de ordenar la cocina y sube. Se deja caer
sobre la cama. Hace días que casi no
duerme. Debería sacarme la ropa es su
último pensamiento.
Marcelo se
revuelve en la cama. El olor de Diana lo enloquece. Le tendría que haber pedido
a las chicas que cambiaran las sábanas. Mete la mano bajo la almohada de la
derecha. Sus dedos rozan seda. Enciende
la luz. El piyama violeta. Él se lo regaló para el último aniversario.
Recordarlo sobre el cuerpo de Diana lo altera tanto que, con rabia, aparta el
acolchado y se levanta. Tiene la garganta seca. Se pone las pantuflas y baja.
Está abriendo la heladera cuando siente unos pasos en la escalera. Segundos
después Sofía entra a la cocina. Camisón con estrellas, el pelo alborotado.
Descalza. ¿Qué hacés acá? pregunta
él. No puedo dormir contesta la nena
en un susurro. Tan flaquita que de alguna extraña manera, algo en él se
ablanda. ¿Precisás algo? ofrece.
Sofía lo mira un largo rato y luego inclina la cabeza y pregunta ¿vos sabés hacer té? Él se queda
desconcertado. No importa agrega la
nena yo te hago.
Excelente...No se como hacer para invitar a algunos amigos...
ResponderEliminarTe conozco? Pasales el link del blog. O que el fanpage de Facebook Con ojos de niños me escribanpor mensaje privado así les mando, también or mensaje privado, el recordatorio de cada entrega
Eliminaratrapantemente buena viene la historia y las ilustaciones divinas <3
ResponderEliminarGracias muchas!
EliminarQue la madre le pegara a Agustina, aunque sea la única vez, por llevar a Federico a su cama no habla muy bien de Diana.
ResponderEliminarNo. Habla mal. esa es la intención!. Te conozco?
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